sábado, 23 de abril de 2016

RICO DELANTE DE DIOS

¿Quieres ser rico? No te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia. Epicuro

Contaba Gílly Graham que un niño estaba jugando con una vasija cuando, de pronto, metió la manita dentro y ya no pudo sacarla. Su padre hizo todo lo posible por ayudarlo a liberarse sin romper el recipiente, pero era en vano. Finalmente dijo: “Vamos a hacer un último intento. Abre la mano, estira bien los dedos y empuja hacia afuera con mi ayuda”. Para su asombro, el pequeño le respondió: “No puedo, porque si abro la mano se me caerá la moneda”.
Probablemente te estarás riendo… pero, en realidad, el fondo de esta historia es más bien triste. Lamentablemente nos aferramos tanto a cada monedita que pasa por nuestras manos, que nos cuesta aceptar la liberación en Cristo. Para él, nuestra codicia resulta tan ridicula, como para nosotros el relato de este pequeño que valoraba más su tesoro que su libertad.
Como decíamos ayer, tenemos un problemita de idolatría con el dinero; nos cuesta entender que no hay mayor tesoro que la libertad. Nos gusta vivir bien, y en principio eso no tiene nada de malo, pues la prosperidad material puede ser señal de la bendición de Dios (“la bendición del Señor trae riquezas”, Prov. 10:22, NVI); pero ¿desplazará la codicia al evangelio y su sencillez de nuestro corazón?
Jesús dijo: “La vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes. Entonces contó esta parábola: ‘El terreno de un hombre rico le produjo una buena cosecha. Así que se puso a pensar: ‘¿Qué voy a hacer? No tengo dónde almacenar mi cosecha.’ Por fin dijo: ‘Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes, donde pueda almacenar todo mi grano y mis bienes. Y diré: Alma mía, ya tienes bastantes cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y goza de la vida’. Pero Dios le dijo: ‘¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida. ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado?” Así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios” (Luc. 12:15-21, NVI).
Por eso, “no te afanes acumulando riquezas; no te obsesiones con ellas. ¿Acaso has podido verlas? ¡No existen! Es como si les salieran alas, pues se van volando como las águilas” (Prov. 23:4, 5, NVI). Más bien afánate por enriquecer tu patrimonio espiritual, en lugar de centrarte en lo material.
“No te afanes acumulando riquezas; no te obsesiones con ellas.

¿Acaso has podido verlas? ¡No existen! Es como si les salieran alas, pues se van volando como las águilas” (Prov. 23:4, 5, NVI).

Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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