miércoles, 4 de mayo de 2016

AVERGONZADO DE SER DIFERENTE

Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. 1 Pedro 2:9.

Los israelitas no se daban cuenta cuando todo les resultaba fácil. Dios era su Rey, y había prometido protegerlos y guiarlos cada día. Se hacía responsable de enviar ángeles para ayudarlos en cada problema. Samuel, como sacerdote de Dios, profeta y juez, les decía cómo vivir bajo la norma de amor de Dios. Además, Samuel inauguró dos escuelas para entrenar a hombres jóvenes como futuros líderes bajo este maravilloso gobierno.
Pero, ocurrió un cambio. A medida que la población israelita aumentaba, más y más gente comenzó a comerciar con otras naciones. Alguien regresaba de visitar a una nación limítrofe y llegaba sin aliento con la noticia de algún evento de gala.
“¡Deberían haber estado allí! Tuvieron un gran desfile y el Rey de su país estaba allí con todos sus estandartes flameando. ¡Fue tan emocionante! Ojalá tuviéramos un rey como ese”.
¡Deseo, deseo, deseo! ¡Oh, cuánto deseaban poder ser como el resto de las naciones!
Sin embargo, el verdadero problema real era su rechazo a obedecer la Ley de Dios. Si realmente hubieran amado a Dios con todos sus corazones y a sus prójimos como a sí mismos, no se habrían embarcado en esas conversaciones y habrían estado felices con tener a Dios como Rey.
Samuel había nombrado a sus propios hijos como líderes para que lo ayudaran en su trabajo, pero estos muchachos no eran cristianos verdaderos. Aceptaban sobornos. El pueblo nunca le contó a Samuel el problema, o inmediatamente habría quitado a los muchachos del oficio. En lugar de ello, los ancianos venían a Samuel con la queja: “Te estás volviendo viejo y tus hijos no caminan por tu mismo camino. Así que, pon un rey sobre nosotros que nos juzgue como todas las naciones”.
Samuel se dio cuenta inmediatamente de lo que estaba pasando. Ellos estaban usando el mal comportamiento de sus hijos como una excusa. Sabía que su motivación real era el descontento y el orgullo. Ninguno se quejó de Samuel como líder. Ellos simplemente querían ser como todos los demás. La idea de ser un pueblo peculiar y una nación santa los molestaba.
¡Trágico! ¡Qué triste que el pueblo de Dios se avergonzara de ser único y especial, cuando esas características les daban una forma de vida mucho mejor!

Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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