martes, 31 de mayo de 2016

LA VIDA NO SE DIVIDE

No existe tal cosa como una separación sagrado-secular, sino que únicamente existe una vida consagrada o una vida no consagrada. Darrow L. Miller

En una de sus visitas a los Estados Unidos, Teresa de Calcuta confesó que nunca había visto tanta pobreza como en la ciudad de Nueva York. ¡Y lo dijo una mujer que vivía en Calcuta, una de las ciudades más pobres del mundo! Tan dura crítica se refería al hecho de que en algunos lugares del mundo hemos dejado a un lado todo esfuerzo por desarrollamos moral y espiritualmente, y nos hemos centrado casi en exclusiva en el crecimiento material. Es decir: nos hemos empobrecido enormemente como seres humanos, no importa que los sentidos nos quieran decir lo contrario. Como decía Vanee Packard: “Cada día progresamos un poco más, pero cada día somos un poco menos felices”.
Lo cierto es que existe un choque irreconciliable entre la mentalidad de las Escrituras y la que impera en la sociedad. Buenas casas, ropa bonita, cultura, estatus… “todas estas cosas son las que preocupan a los paganos” (Mat. 6:32), pero a veces nosotros, los cristianos, no somos muy diferentes. La cuestión es que no podemos vivir entre dos mundos. No podemos llevar vidas irreflexivas, como en modo piloto automático, sin ser arrastrados por la corriente que fluye. Cada fibra de nuestro ser, cada pensamiento y cada acto han de estar enfocados hacia una meta: el reino de Dios. La única manera de vivir una vida cristiana es hacerlo con una mente indivisa.
A veces vivimos nuestra vida como si tuviera dos compartimentos distintos y estancos: la parte espiritual y más privada -leer, orar, asistir a la iglesia un día a la semana- y el resto del tiempo, que difiere muy poco de lo que hacen los no cristianos —trabajar, estudiar, divertimos-. Hemos desconectado nuestra experiencia religiosa de nuestra realidad social en el hogar, el mercado, el trabajo o el tiempo de ocio, y quizá por eso permanecemos pasivos ante las realidades que nos rodean y ponemos nuestras miras en las cosas materiales. ¿No debe más bien el evangelio influir sobre todos los aspectos de nuestra vida? ¿No debe más bien toda nuestra vida, como el todo indivisible que es, girar en tomo a los principios bíblicos siempre? Porque “no existe tal cosa como una separación sagrado-secular, sino que únicamente existe una vida consagrada o una vida no consagrada”.

“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Mar. 12:30).

Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
#AnteTodoCristiana #MeditacionesMatutinas #DevociónMatutinaParaMujeres #vigorespiritual #plenitudespiritual #FliaHernándezQuitian

No hay comentarios:

Publicar un comentario