viernes, 3 de junio de 2016

LA CUENTA DEL GRAN ORGULLO

Pero Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que hiciese censo de Israel. 1 Crónicas 21:1.

A primera vista, contar la población no parece ser algo malo. ¿Qué podría estar mal en llevar a cabo un censo? Sin embargo, Dios siempre ve las motivaciones; ve más allá del acto exterior, mira lo profundo del corazón. Algunas veces, hacemos las cosas correctas por las razones equivocadas.
En el caso de David, estaba motivado por el orgullo y la confianza propia, los mismos atributos de Satanás.
El Rey quería una cuenta completa de todos los hombres físicamente capaces de Israel, por su deseo de la grandeza de este mundo. Dios había honrado a Israel conduciéndolos a la victoria sobre sus enemigos, pero David y muchos otros en el reino no estaban satisfechos.
“Se preocupaban más por su posición entre las otras naciones. Este espíritu no podía menos que atraer tentaciones. Con el objeto de extender sus conquistas entre las naciones extranjeras, David decidió aumentar su ejército y requerir servicio militar de todos los que tuviesen edad apropiada” {Patriarcas y profetas, p. 809).
Muy en el fondo, David también quería que todos supieran cuánto había prosperado Israel desde que él se había convertido en rey. Si el pueblo podía comparar la debilidad del reino al comienzo de su reinado con su fortaleza actual, esto lo haría verse más grandioso.
Aunque el pueblo estaba orgulloso de su poder y prosperidad nacionales, no le gustaba oír las noticias sobre el reclutamiento. Ahora, todos los hombres jóvenes tenían que registrarse. Joab mismo estaba molesto con David por pedir tal cosa. “En tiempo de guerra el Señor puede hacer de su pueblo cien veces más de lo que en realidad es. ¿Por qué debería el rey pedir tal cosa? ¿Por qué provoca a Israel a pecar?” David no escuchó. Comúnmente, los sacerdotes llevaban a cabo el censo, pero David insistió en que la milicia obtuviera el número exacto de reclutas disponibles. Al hacer esto, estaba yendo directamente en contra de los principios de la teocracia (el gobierno de Dios). En lugar de depender de Dios, David se estaba volcando hacia su propio corazón lleno de orgullo.
Le llevó nueve meses y veinte días a Joab y a sus hombres ir por todo Israel y contar a las personas. Pero, antes de que hubiera terminado, la conciencia de David comenzó a molestarle. Dejando a un lado su orgullo, dijo a Dios: “He pecado gravemente al hacer esto; te ruego que quites la iniquidad de tu siervo, porque he hecho muy locamente” (1 Crónicas 21:8). Sin embargo, el daño ya estaba hecho.

Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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