martes, 11 de febrero de 2020

«FUE EL ORGULLO EL QUE CONVIRTIÓ A LOS ÁNGELES EN DEMONIOS; ES LA HUMILDAD LA QUE CONVIERTE A LOS HOMBRES EN ÁNGELES”. AGUSTÍN DE HIPONA


En cuanto a fiestas se refiere, nadie las celebraba mejor que los nativos norteamericanos del Pacífico. Sus festines duraban días. La gente disfrutaba de espectáculos de teatro y de danzas. Comían fruta y pescado; mucho pescado; sobre todo foca y salmón. De hecho, su fácil acceso al pescado los convirtió en las tribus más ricas del norte del continente americano.
Esas fiestas, que los nativos llamaban potlatch, eran un tanto extrañas. Ya te voy a explicar a qué me refiero. Cuando se celebra una fiesta de cumpleaños en tu honor, esperas que las personas te lleven regalos, ¿verdad? Bueno, en un potlatch, el anfitrión de la fiesta era el que daba regalos a los invitados. Y cuanto más daba, más prestigio y reconocimiento social tenía. Regalaban frazadas y máscaras talladas. Regalaban canoas. Los objetos más valiosos que se podían  tener en esa época eran escudos de cobre fabricados artesanalmente, y se regalaban incluso esos «cobres».
Cada cacique que organizaba un potlatch trataba de superar al anterior en cuanto a los regalos que hacía. Y entonces las cosas se complicaron: la riqueza de los caciques comenzó a medirse en función de cuánto podían permitirse gastar en regalos durante los potlatchs.
Algo que les gustaba beber en los potlatch era aceite de pescado (¿qué rico?). Montaban un espectáculo al beber esa sustancia pegajosa de una taza, dejando que se derramara por los costados de la boca. También hacían fogatas y quemaban cosas valiosas, solo porque podían permitirse hacerlo. Y finalmente (y esto es muy triste) hasta llegaron a matar a esclavos simplemente para mostrar que podían darse ese lujo.
El potlatch es un ejemplo de cómo el orgullo puede arruinar un momento feliz hasta convertirlo en algo totalmente depravado. La próxima vez que hagas una fiesta, asegúrate de no invitar al orgullo, y de hacerlo todo por los motivos correctos.
«Porque nada de lo que hay en el mundo —los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida— proviene del Padre, sino del mundo» (1 Juan 2:16).

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADOLESCENTES
“UNA IDEA GENIAL”
Por: Kim Peckham
Lecturas Devocionales para Adolescentes en 2020.

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