miércoles, 4 de marzo de 2020

CODORNICES

«Los israelitas, dejándose llevar por ellos, se pusieron a llorar y a decir: “¡Ojalá tuviéramos carne para comer!"». Números 11:4

-Había llegado la hora de partir -inició la historia el padre—, después de un año en el Sinaí. Dios les indico mediante la nube que debían levantar el campamento y empezar la marcha. Todos estaban muy contentos, pues estaban cerca de Canaán; pronto estarían en la tierra prometida. Marchaban en orden de acuerdo a sus tribus, y sus banderas los identificaban.

-¿Llevaban banderas? -preguntó Susana.

-Sí, Dios les había dicho que cada tribu debía tener una bandera que los distinguiera -respondió el padre—, y así acampaban, también, en perfecto orden. Los levitas y sacerdotes estaban cerca del santuario, y después de ellos las tribus se dividían en tres compañías. El camino no era fácil. Eran muchas personas, niños y animales. Caminaron y caminaron; luego empezaron a quejarse, pues les vino a la memoria lo que comían en Egipto y le dijeron a Moisés que ya estaban cansados del maná, que deseaban comer carne. Dios dijo que les daría carne, pero no para un día, sino para un mes. Del lado del mar, llegaron bandadas de codornices. Por un día, durante la noche y todo el siguiente día las estuvieron juntando; secaron algunas al sol para conservarlas porque no había refrigeración. Pero apenas empezaron a comer, una plaga cayó sobre ellos. No habían apreciado el mana que Dios les había dado. Debemos ser agradecidos con Dios porque se interesa en nuestra salud y sabe lo que nos conviene -terminó el padre.

¿Sabías qué?

«Kibrot-hataava» significa «tumbas del desierto», porque allí murieron los israelitas por quejarse del maná.


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Por: Noemí Gil Gálvez
Lecturas Devocionales para Menores 2020.


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