martes, 3 de noviembre de 2009

TAL EL PADRE, TAL LA HIJA - 2

Gente pobre en esta tierra, siempre la habrá; por eso te ordeno que seas generoso con tus hermanos hebreos y con los pobres y necesitados de tu tierra (Deuteronomio 15:11).
Recuerdo cuando llegamos a una nueva iglesia ubicada en un lugar donde hacía mucho frio. Además llovía dos veces por día. Pero ese no era el problema. El verdadero problema es que no había dinero para comprar cobijas. Cierto día mi esposo nos sorprendió con una cobija que adquirió a precio especial prometió que cada mes compraría una den el mismo sitio. ¿Quién sería el afortunado en estrenar la frazada? Todos estuvimos de acuerdo que fuera para nuestro segundo hijo, ya que él la necesitaba más.
Por aquellos días mi esposo visitó la cárcel para compartir el evangelio con los presos. Ese lugar era mucho más frio que el de la ciudad donde vivíamos. Los reclusos le pidieron cobijas para la siguiente vez que los visitara. Así que el siguiente sábado expuso la necesidad ante la pequeña congregación del poblado. Nadie deseaba compartir algo con esas personas. Como mi esposo insistió, un niñito de escasos cuatro años levanto su manita y dijo: «Papi, yo dono mi cobijita». Yo me quedé sorprendida con la respuesta de mi hijo. Pero no me agradó su actitud; como madre prefería que él se quedara con su frazada. No obstante, su conducta ayudó para que otras manos se levantaran y prometieran ayuda para los presos. Al poco tiempo, mi esposo llevó un buen número de frazadas para los menos afortunados.
Años más tarde fuimos trasladados a otra ciudad. Ahí también hacia mucho frio y necesitábamos tres cobijas para enfrentar el crudo invierno. De manera providencial llegaron a casa dos mujeres bondadosas con tres guerras cobijas de lana. Mientras mi esposo y yo nos negábamos a recibirlas, las damas se despidieron con mucho respeto. ¡Pasamos un invierno sin frio! ¡Gracias, Padre bondadoso, no dudo que les triplicaste a esas hijas tuyas por aquel regalo maravilloso!

Elizabeth Aguirre de Ramírez
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.

VENGANZA...¿O AMOR?

No paguen a nadie mal por mal. […] Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber. Romanos 12:17,20.

arto había sido un miembro poderoso del Partido Comunista. Pero perdió su posición y fue sentenciado a un campo de prisioneros rumano. Ahora sufría el mismo destino que había impuesto a otros. Trabajo duro, aislamiento de la familia y los amigos, condiciones de vida insanas, y terribles punzadas de hambre eran su día a día.
Después de que Barto hubo terminado su escasa comida, un prisionero compañero suyo se le acercó y le dio un poco de la suya.
Barto entabló conversación con aquel hombre amable.
-¿Cuánto tiempo llevas aquí? –pregunto Barto.
-Veinte años.
-¿Veinte años? ¿Qué hiciste para que te cayera una sentencia así?
-Dar comida a un pastor que era perseguido por la policía.
Barto sacudió la cabeza.
-¿Quién te impuso una pena tan terrible por un acto de amabilidad?
El hombre dudó.
-Fuiste tú, cuando eras fiscal. Tú no te acuerdas de mí, pero yo si me acuerdo de ti.
El hombre continuó.
-Soy cristiano. Dios me ha pedido que ayude a los que están necesitados. Ayudé al pastor entonces y hoy te ayudo a ti.
La venganza es nuestra respuesta natural, pero cuando Jesús sea el dueño de nuestra vida podrá darnos amor para todos, incluso para nuestros enemigos.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

COSTOSO, PERO VALE LA PENA

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame». Mateo 16: 24.

Cuando Jesús, durante su ministerio terrenal, invitaba a la gente a seguirlo, no era difícil entender el significado de sus palabras. Después de todo, él se encontraba aquí físicamente. Él dijo a los pescadores y a los cobradores de impuestos: «Venid en pos de mí». La respuesta de estas personas se plasmó en el acto concreto y físico de poner los pies en la tierra, caminar tras el Salvador y convertirse en sus compañeros de viaje.
Aunque ya no está aquí físicamente, el Señor continúa extendiendo su invitación a seguirlo. ¿Qué significa hoy seguir a Jesús? Seguirlo no se limita ya a recorrer la tierra de Israel tras él. Se trata más bien de una invitación a cada persona en cada país y en cada época.
Seguir a Jesús significa unirse a él para continuar lo que vino a hacer: llamar a los pecadores al arrepentimiento, buscar lo que se ha perdido, dar a conocer la vida abundante que ofrece a todos los que viven en la miseria del pecado, traer gloria al nombre de Dios. Ir en pos de él significa recoger con él, no desparramar. No hay seguidores neutrales. O recogemos o desparramamos. Los creyentes nos hemos unido a él para continuar su labor: congregar un pueblo leal para la gloria de su Padre.
Seguir a Jesús, además, significa que debemos ser partícipes de sus sufrimientos. Cuando Jesús nos llama a seguirlo, hace hincapié en el sufrimiento. Ningún se¬guidor de Jesús debe extrañarse de que el mundo se le vuelva en contra, de que lo desprecien o de que traten de hacerle difícil la vida. Jesús sabía que se dirigía a la cruz, y nos exige hacer lo mismo. Él sabía que su propio dolor caería sobre aquellos que lo seguían. Nos llama a seguirlo en su sufrimiento, porque esta vida de gozoso sufrimiento por Jesús demuestra que él vale más que todos los tesoros por los que vive el mundo.
Seguir a Jesús es de importancia suprema, y conlleva ciertos comportamientos: rom-per relaciones con otras personas o con ciertas posiciones; sufrir con él y complacerlo en todo. Es costoso, pero vale la pena.
Si algo obstaculiza que sigas a Jesús en el verdadero sentido del término, debes librarte de todo estorbo. Decide hoy renunciar a todo para estar a la entera disposición de Jesús, para los propósitos que él estime convenientes.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

lunes, 2 de noviembre de 2009

TAL EL PADRE, TAL LA HIJA - 1

Que el favor del Señor nuestro Dios esté sobre nosotros. Confirma en nosotros la obra de nuestras manos; sí, confirma la obra de nuestras manos (Salmos 90:17).

Cuando contemplamos la hermosura del carácter bondadoso de Dios somos «transformados por su gracia». Asimismo, la bondad del Señor desciende sobre nosotras. La repetición de esta plegaria destaca el deseo del salmista de que Dos lo ayude a realizar su obra de tal modo que pueda recibir la bendición divina. Esto me recuerda a mi madre compartiendo con sus vecinas un plato de comida caliente, lavando los platos de una amiga enferma o trayendo mercancía de la tiendita a alguna anciana. El padre de mi esposo también era bondadoso: compartía su mesa y un lugar en su casa para el necesitado que llegaba de su natal Oaxaca, México. Aunque en la mayoría de los casos recibió ingratitud, nunca escuche palabras de desaliento, sino todo lo contrario: continuó hasta su muerte.
Al formar nuestro hogar, mi esposo y yo nos propusimos enseñar a nuestros hijos el ejemplo de sus abuelos. Un día llego de visita una tía de mi esposo. Mientras platicábamos, mi hijo mayor, entonces de tres años de edad, fue al refrigerador y tomó lo que había: tomates, chiles y cebollas, los puso en un plato, los llevó a su tita y le dijo: «Toma tía». Agradecí a Dios por la actitud de mi pequeño y pensé para mis adentros: «Estoy trasmitiendo lo que vi en mi madre».
El año pasado conocí a una bondadosa mujer en Durango, México. Estaba a cargo de la alimentación de su club de Guías Mayores. Llevaba puesto un delantal confeccionado por sus manos; tenia varia bolsas donde guardaba enseres listos para ser usados en el momento que fueran necesarios para sus hijos, como ella los lama. El tiempo que pasé con ella fui objeto de su bondad expresada con palabras y confirmada con sus acciones; dos hijas iban con ella como dirigentes del club y, por lo que pude ver, son mujeres muy parecidas a su madre, bondadosas. La bondad es un rasgo de nuestro Padre celestial. Por eso, como sus hijas, nosotras también debemos mostrar esa virtud hacia nuestros semejantes.

Elizabeth Aguirre de Ramírez
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.

UNA RESPUESTA RÁPIDA

Pero cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes, recibirán poder y saldrán a dar testimonio de mi, en Jerusalén, en toda la región de Judea y de Samaria, y hasta en las partes más lejanas de la tierra. Hechos 1:8.

El libro Extreme Devotion (Devoción Extrema) relata historias reales de cristianos de la antigüedad y de la actualidad que estuvieron dispuestas a abandonarlo todo para seguir a Jesús. La historia de hoy y las de los dos próximos días proceden de ese libro.
En el año 800, los musulmanes radicales de cierto país islámico habían encarcelado a siete cristianos. Querían que se convirtiesen al islam. Pero los cristianos no abandonaron su fe en Jesús.
-Mahoma es el mayor profeta –declararon los musulmanes-. Profetizó hace menos tiempo que Jesús y fue el ultimo profeta de Alá.
Los cristianos respondieron:
-En vuestro sistema legal, la legitimidad de un asunto se determina por el número de testigos. Jesús tuvo muchos testigos, desde Moisés hasta Juan el Bautista. Mahoma solo dio testimonio de sí mismo.
Sus carceleros se dieron cuenta de que el razonamiento de los cristianos tenía sentido. Así que intentaron con otro argumento.
-El islam tiene que ser la religión verdadera. Nuestro imperio es mayor que el de los cristianos.
-Si la medida del imperio fuese el factor determinante –dijeron los cristianos-, entonces, los cultos paganos de Egipto, Grecia y Roma tendrían que haber sido la fe verdadera en un momento determinado sus gobiernos tenían los mayores imperios. La medida y el poder no indican la aprobación de Dios.
Mientras sigas tu viaje increíble, tú también tendrás oportunidad de explicar por qué eres seguidor de Jesús. Cuando ese momento llegue, el Espíritu Santo estará contigo para darte, además de las palabras adecuadas, el valor para decirlas.

Tomado de la Matutina el Viaje Increible.

COMPARTIR NUESTRA FE

Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también. 2 Timoteo 1: 5.

El mundo que nos rodea observa meticulosamente, "con lupa" y hasta con un microscopio diría yo, a los que llevamos el nombre de cristianos. Legítimamente buscan encontrar en nosotros alguna cosa genuina y verdadera. Se fijan en nosotros para comprobar que nuestras palabras están en consonancia con nuestro estilo de vida, es decir, para verificar si nuestro estilo de vida está de verdad a la altura de aquello en lo que decimos creer. Desgraciadamente, demasiadas veces descubren que en nuestros motivos y acciones existen demasiadas incongruencias, o, peor aún, que no existe nada genuino y verdadero.
La calidad de la conducta cristiana da poder al testimonio del creyente. El éxito al compartir la fe descansa en una vida en la que Jesús se refleja libre de toda sombra. Podemos conocer las veintiocho creencias fundamentales de la doctrina adventista y exponerlas con toda claridad, pero si la teoría que decimos respetar no es congruente con la práctica, nuestra fe no supondrá ningún impacto para las personas que se relacionen con nosotros.
Jesús procuró que cada una de sus enseñanzas fuera entendida a la luz de sus .acciones, y eso lo apreciaban hasta aquellos que no querían aceptarlas. Nuestro Señor enseñó que era menester orar y no desmayar, y frecuentemente se le encontraba de rodillas en oración en lugares apartados. Enseñó a sus discípulos a amar a los enemigos. Incluso mientras lo crucificaban pidió perdón a Dios por los soldados que traspasaban sus pies y sus manos. El Rey del universo habló de dar al César lo que es del César y pagó los impuestos cuando le fueron requeridos; enseñó que había que predicar el evangelio del reino y se le vio caminando por todas las aldeas y ciudades de la tierra de Israel alcanzando a los perdidos.
Compartir nuestra fe consiste en encuentros privados con un solo individuo o en reuniones públicas, más o menos concurridas, en las que expresamos verbalmente lo que significa Dios para nuestra vida. No obstante, las personas "escuchan" más lo que hacemos que lo que decimos. Mil palabras nunca tendrán más impacto que el ejemplo. Con razón se ha dicho «Lo que haces habla tan fuerte que no me deja escuchar lo que dices».
Vive hoy una vida que refleje la verdadera naturaleza de tu amor por Jesucristo, lis la única manera en que podrás traspasar tu fe a tus hijos, tus vecinos y tus amigos.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

domingo, 1 de noviembre de 2009

BONDADOSA CON LA FAMILIA DE DIOS

Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe (Gálatas 6:10).

Déjame contarte de una mujer bondadosa de nuestro tiempo: la hermana Lidia. ¿Tú aceptarías hospedar en tu casa a cuatro u ocho personas desconocidas por tres o cuatro semanas? Quizá algunas de nosotras aceptaríamos a una o dos personas y bajo circunstancias muy especiales. Pues la hermana Lidia y su esposo, Bienvenido Morales, nos albergaron en su hogar a toda mi familia por cuatro semanas, la primera vez la segunda vez, a los ocho integrantes del grupo Emmanuel que estábamos de gira en la ciudad de New York y sus alrededores, por tres semanas. Estas no fueron la primera ni la última vez que dicha familia hospedaba personas en su hogar. Recibieron en su casa a jóvenes que llegaban a la ciudad a colportar.
Lo inspirador de estas experiencias fue el amor, la atención, la bondad, el desinterés y solicitud con la que estos hermanos nos atendieron durante toda nuestra estancia. No contentos con brindarnos su hogar con todas las instalaciones y servicios, comida en abundancia y verdadero amor cristiano, se podía ver a la hermana Lidia entrar de un cuarto a otro, llevar en sus manos alguna prenda de vestir, zapatos, bolsa de mano, utensilios de cocina, lo que tuviera al mano, para ver si a alguno de nosotros le servían esas cosas. Al momento de dejar su casa para regresar a nuestros hogares, nos colmaron de provisiones, ropa, aparatos eléctricos y hasta llegaron a darles dinero a los muchachos para su pasaje o escuela.
No cabe duda que estos hermanos son ciudadanos del cielo al hospedar en su casa a la familia de Dios. Como grupo musical hemos disfrutado de la bendición de pertenecer a esa familia, y encontrar muchos hermanos dispuestos a ofrecernos lo que tienen con alegría y solicitud. Es cierto que no preocupamos por fomentar y mantener el apoyo a la comunidad más necesitada que nosotros, pero en el versículo de hoy, el apóstol nos alienta a hacer el bien a los de nuestra propia familia. Te invito a no desatender el consejo. ¡Levántate, limpia tu casa, prepara tu corazón y abre las puertas de tu hogar para recibir a la familia de Dios! ¡Seguramente tú serás la más bendecida!

Sara Laura Ortiz de Murillo
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.

UNA MUJER EN MISIÓN ESPECIAL

Vayan por todo el mundo y anuncien a todos la buena noticia. Marcos 16: 15

Cuando los médicos finalmente pudieron saber qué le sucedía a Alvena Evans, nadie podía creer el diagnóstico: cirrosis hepática. La cirrosis es un problema común en la gente que abusa del alcohol. Pero Alvena era muy cons­ciente en temas de salud. Nunca había probado el alcohol. Durante once años, la situación de Alvena empeoró. Hacia abril de 2000 le daban menos de un año de vida. El médico la puso en lista de espera para un trasplante. Siete meses después, el 24 de noviembre, recibió una llamada. Un hígado sano estaba disponible. El esposo de Alvena, Gordon, se apresuró a llevarla al hospital mientras el equipo de cirujanos empezaba a preparar la operación. Tan pronto como Alvena llegó al hospital Henry Ford de Detroit, los médicos sustituyeron su hígado enfermo por otro que procedía de un donante de órganos que había muerto de un aneurisma cerebral. Nueve días después, Alvena estaba de vuelta a casa y a la espera de una larga, feliz y saludable vida. Como está tan agradecida con e programa de donación de órganos, Alvena ha hecho suya la misión vital de hacer que otros conozcan el programa para que puedan formar parte de él. Cada semana, con su esposo, visita distintas iglesias y organizaciones, cuenta su historia y transmite información sobre cómo las personas pueden hacerse donantes de órganos. Alvena quiere que el programa crezca para que otros enfermos que esperan un trasplante puedan experimentar la nueva vida que ahora goza. Si los cristianos compartiremos la misma emoción con respecto del don de la vida eterna que Jesús nos dio, piensa hasta qué punto pondríamos el mundo patas arriba. Qué sucedería si hiciésemos que nuestra misión fuera contar cada semana a al menos una persona lo que Jesús hizo por nosotros y lo que hará por ella. Cuando entendamos de verdad qué significa estar rescatados del pecado y haber recibido la vida eterna estaremos tan agradecidos que también tendremos una misión especial.

Tomado de la Matutina el Viaje Increíble.