lunes, 2 de noviembre de 2009

COMPARTIR NUESTRA FE

Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también. 2 Timoteo 1: 5.

El mundo que nos rodea observa meticulosamente, "con lupa" y hasta con un microscopio diría yo, a los que llevamos el nombre de cristianos. Legítimamente buscan encontrar en nosotros alguna cosa genuina y verdadera. Se fijan en nosotros para comprobar que nuestras palabras están en consonancia con nuestro estilo de vida, es decir, para verificar si nuestro estilo de vida está de verdad a la altura de aquello en lo que decimos creer. Desgraciadamente, demasiadas veces descubren que en nuestros motivos y acciones existen demasiadas incongruencias, o, peor aún, que no existe nada genuino y verdadero.
La calidad de la conducta cristiana da poder al testimonio del creyente. El éxito al compartir la fe descansa en una vida en la que Jesús se refleja libre de toda sombra. Podemos conocer las veintiocho creencias fundamentales de la doctrina adventista y exponerlas con toda claridad, pero si la teoría que decimos respetar no es congruente con la práctica, nuestra fe no supondrá ningún impacto para las personas que se relacionen con nosotros.
Jesús procuró que cada una de sus enseñanzas fuera entendida a la luz de sus .acciones, y eso lo apreciaban hasta aquellos que no querían aceptarlas. Nuestro Señor enseñó que era menester orar y no desmayar, y frecuentemente se le encontraba de rodillas en oración en lugares apartados. Enseñó a sus discípulos a amar a los enemigos. Incluso mientras lo crucificaban pidió perdón a Dios por los soldados que traspasaban sus pies y sus manos. El Rey del universo habló de dar al César lo que es del César y pagó los impuestos cuando le fueron requeridos; enseñó que había que predicar el evangelio del reino y se le vio caminando por todas las aldeas y ciudades de la tierra de Israel alcanzando a los perdidos.
Compartir nuestra fe consiste en encuentros privados con un solo individuo o en reuniones públicas, más o menos concurridas, en las que expresamos verbalmente lo que significa Dios para nuestra vida. No obstante, las personas "escuchan" más lo que hacemos que lo que decimos. Mil palabras nunca tendrán más impacto que el ejemplo. Con razón se ha dicho «Lo que haces habla tan fuerte que no me deja escuchar lo que dices».
Vive hoy una vida que refleje la verdadera naturaleza de tu amor por Jesucristo, lis la única manera en que podrás traspasar tu fe a tus hijos, tus vecinos y tus amigos.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

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