domingo, 20 de diciembre de 2009

EL GOZO DE LA GRATITUD

Te ofreceré un sacrificio de gratitud e invocaré, Señor, tu nombre (Salmo 116: 17).

Cómo dar gracias en medio de la aflicción? Solamente cuando nos acercamos a Dios podemos ver que, aun en medio de los momentos difíciles, él actúa a nuestro favor y su misericordia se re¬nueva cada mañana. En su presencia cultivamos un corazón agradecido. Su amor es lo que nos ayuda a ver las cosas desde otra perspectiva. A pesar de las múltiples aflicciones, ¡cuántos prodigios ha realizado Dios en mi vida! Mi respuesta a su inmenso amor ha sido la confianza, la esperanza y la alabanza. No me puedo rendir ni esconder, ni tampoco desesperarme. No es lo que yo le diría a mi preciosa hija si fuera ella la que pasara por estas circunstancias. Seguramente, la animaría a confiar, a sonreír, a luchar y a no rendirse ante nada en el mundo.
Agradezco a Dios porque en medio de la tragedia intervino y logró salvar mis piernas, aunque lastimadas, pero completas. Gracias a Dios, mi cerebro no quedó herido ni mi nervio óptico traumado le alabo porque mi oído quedó intacto, rescató mis dos manos, el hígado, los pulmones, la columna vertebral. ¡Gracias Señor, por cuidar mis órganos vitales!
Gracias por amarme tanto. Sé que también tú celebras que yo te ame y que haya podido soportar tanto. Gracias porque soy tuya, y por nada ni por nadie te dejaré a un lado llorando por mí misma. Gracias, porque aunque mis dos niños preciosos se quedaron dormidos, hasta que tú me los devuelvas sanitos, hermosos, redimidos, tú eres mi fortaleza. Me gozo en tu ayuda y alabo que tu amor no tiene limites para conmigo. Gracias, por mostrarme tu gloria en medio de mi dolor. Simplemente, gracias Señor, por estar a mi lado y cuidarme como a la niña de tus ojos.
Guíame a tener un corazón lleno de amor y gratitud para ver en medio de las aflicciones las cosas hermosas que a diario haces por mí.

Lorena P. de Fernández
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.

EL SACRIFICIO DEFINITIVO

El amor más grande que uno puede tener es dar su vida por sus amigos. Juan 15:13.

Cuando el 30 de octubre de 1991, el avión de aprovisionamiento se estrelló en el Ártico, los pasajeros carecían totalmente de preparación. Cuatro murieron en los minutos que siguieron al accidente, pero otros catorce seguían con vida. Durante las primeras horas, los que podían localizaron a los heridos, les prestaron los primeros auxilios y buscaron en la oscuridad los elementos de supervivencia que habían quedado esparcidos por el terreno nevado en dos kilómetros a la redonda.

El piloto, el capitán John Couch, que salió ileso del accidente, había podido saltar del avión antes de que explotara. Reunió a los supervivientes en la sección de cola del avión, lo único que había quedado de la nave. Los sacos de dormir y la ropa se dividieron. El propio capitán Couch dio su pesada chaqueta a uno de los heridos.
Mientras los supervivientes se apelotonaban unos contra otros con la intención de mantenerse calientes, el capitán Couch yacía sobre la nieve, fuera de la sección de cola. Llevaba solo una chaqueta ligera y tenía las manos desnudas porque no había guantes para todos.
Pasaron 32 horas antes de que el equipo de rescate compuesto por seis hombres llegara en paracaídas y llevara a los supervivientes al hospital más cercano.
Cuando el oficial de enlace Arnie MacCauley llegó al escenario del accidente, descubrió que el capitán Couch yacía muerto en la nieve. Pero los otros trece seguían vivos. El capitán dio su vida para que los demás pudieran vivir.
Los héroes no tienen por qué ser apuestos o bellos. No tienen que salir en las portadas de las revistas. No tienen que ser deportistas profesionales ni grabar un CD superventas. Los verdaderos héroes son gente que está dispuesta a ponerse a un lado y hacer la obra de Jesús sirviendo a los demás

Tomado de la matutina El Viaje Increíble.

EL PRECIO DE LA FALTA DE ORACIÓN

Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Mateo 26: 41.

¿Has considerado el altísimo precio que hay que pagar por vivir una vida falta de oración? Considera por un momento el caso de un predicador de mucho éxito, que, inesperadamente para sus seguidores, cayó víctima del pecado del adulterio. Cuando se le preguntó cuál había sido la razón de su poco edificante conducta, contestó: «Todo comenzó cuando descuidé mi vida de oración». Todo el mundo tiene que pagar un alto precio cuando permite que la oración no sea prioritaria en su vida.
Cuando la oración no es algo esencial en nuestra vida, perdemos la preciosa oportunidad de pasar tiempo a solas con el Señor. En tal situación, se experimenta un vacío en el corazón, acompañado de un extraño sentido de intranquilidad e inseguridad y zozobra. En cambio, cuando vivimos una vida de mucha oración, el peso de las cargas se aligera enormemente, pues es quitado de nuestros hombros por la mano poderosa del Altísimo.
Si la oración es tan vital como el aire que respiramos, si la oración es considerada el aliento del alma, ¿por qué hay tantísimas personas que eligen orar tan poco? La triste realidad es que muchos se han acostumbrado a vivir vidas débiles y fracasadas, y a aceptar el funesto error de que no necesitan de la oración. Como consecuencia de cultivar un estilo de vida semejante, ponen toda su confianza en ellos mismos, en sus recursos y en su propia capacidad, en lugar de ponerla en Dios y en su omnipotencia. Así se vuelven vulnerables y corren el riesgo cierto de que les sobrevenga un desastre.
¿Cuál es la solución para evitar una vida pobre en lo que respecta a la oración? La solución se encuentra en dar una alta prioridad al compañerismo y a la comunión con nuestro Señor. Después de todo, necesitamos mantener nuestro compañerismo con Dios para escuchar su voz y conocer su voluntad para nuestra vida.
Si has permitido que ciertas cosas se interpongan entre tú y tu Padre celestial, si has permitido que algún pecado destruya tu vida de oración, confiésalo a él hoy. Cuando de nuevo revitalices tu vida de oración, que es la clave de toda victoria y la antesala de toda vida poderosa, serás capaz de experimentar las bendiciones del cielo, y tu vida cristiana será saludable.

Tomado de la Matutina Siempre gozosos.

sábado, 19 de diciembre de 2009

UN CORAZÓN LLENO DE GRATITUD

¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios! (Salmo 42: 5).

Un corazón agradecido no es aquel que solamente reconoce a Dios en tiempos de bonanza y prosperidad. La verdadera gratitud se ve cuando te sobrevienen situaciones adversas que no esperabas, y en medio de ellas ves el amor de tu Padre celestial. ¡Qué fácil es dar gracias al cielo mientras la vida te sonríe! ¡Y qué difícil encontrar a Dios cuando las tormentas de la vida arrecian contra ti!
¡Alabado sea Dios! Él está allí para protegernos y escuchar su dulce voz; para hacernos entender que, entre lo malo, escogió lo menos dañino para desarrollar nuestra confianza en su amor y sabiduría, para comprender que en su sapiencia misteriosa, entre gritos de dolor, permite situaciones inexplicables para evitar males mayores. ¡Alabo, Señor, tu grande amor! Te alabo Señor porque aunque las fuerzas ya no den más, aunque el cansancio invada el cuerpo, muestras tu gloria al acomodarte en cada corazón sufriente. Provees la fortaleza para vivir cada día y el gozo de ver un mañana glorioso. Gracias por tu Espíritu Consolador, ¡cómo ha trabajado conmigo y con todos los que sufren! Si hay que esperar más en este mundo, lo haremos confiando en ti, no importa el tiempo que pase. Permite que permanezcamos fieles.
¿Acaso no agradeceremos tan inefable amor por todo este mundo que apenas se acuerda de ti? Gracias porque tienes un tiempo para todo y renuevas cada día el corazón de tus hijos. Mi buen Dios, gracias porque cada día puedo ver tus misericordias y todavía soy hija tuya, poseedora de tu amor y heredera de tu reino.

Lorena P. de Fernández
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.

RECIBES LO QUE DAS

Pero deseamos que cada uno de ustedes siga mostrando hasta el fin ese mismo entusiasmo, para que se realice completamente su esperanza. No queremos que se vuelvan perezosos. Hebreros 6:11,12.

En tiempos de los predicadores itinerantes, las iglesias estaban muy alejadas unas de otras, y los pastores escasos. Cada semana un pastor tenía que visitar distintas congregaciones. Por eso, para el culto, las iglesias solían tener que confiar en los miembros o en las visitas.
Una mañana de domingo, un orador invitado y su hijo llegaron a la pequeña iglesia. Después de atar el caballo a un árbol, se dirigió a la iglesia donde iba a dar el sermón. Después de la oración final, el predicador salió a despedir a la gente mientras esta se iba a casa.
Cuando hubo terminado, el predicador recordó que no se había recogido ninguna ofrenda. Buscando en el bolsillo, sacó una moneda de diez centavos y lo depositó en el cepillo junto a la puerta de entrada.
Fuera, puso a su hijo sobre el lomo del caballo. Ya estaba a punto de montar cuando el tesorero de la iglesia lo detuvo.
—Pastor, queremos agradecerle que hoy haya venido a darnos un mensaje. Es costumbre de nuestra iglesia que entreguemos al orador todas las ofrendas que se hayan recogido en el cepillo después del culto.
Y con esto, el tesorero le entregó una moneda de diez centavos.
El hijo del hombre miró a su papá y le dijo:
—Papá, si hubieses dado más, te habrían dado más, ¿verdad?
Lo que ponemos en la vida es mucho más de lo que recibimos de ella. Si somos amables, tendremos amigos. Si estudiamos tendremos mejores notas. Si participamos en actividades de la iglesia y de la escuela, sentiremos más que somos parte del grupo. Si buscamos a Dios, lo encontraremos. Durante nuestro viaje increíble, las personas que reciben más de la vida son aquellas que pusieron más.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

LA GRAN EVASIÓN

Dijo luego Jehová a Noé: «Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación». Génesis 7: 1.

Imagínate que eres la única persona fiel que queda en la tierra, el único ser humano que agrada a Dios. Esa es la situación en que se encontraba Noé. Debido a la fidelidad de aquel patriarca, Dios le preparó una manera de huir de una destrucción segura por el diluvio que él enviaría sobre toda la tierra.
La huida de la destrucción fue un plan muy elaborado. Noé construyó un barco bastante largo y ancho, y tan alto como un edificio de cinco plantas. Era una construcción majestuosa, calculada para soportar turbulencias marinas considerables y vientos huracanados. Es posible que aquel barco imponente, construido sin ninguna herramienta moderna, pudiera caber solo en los estadios olímpicos de nuestros días. El arca era de medidas grandes precisamente porque había sido diseñada para que entraran en ella muchas personas, aparte de animales. Sin embargo, en el arca únicamente entraron ocho personas, todas de la familia de Noé, por ser él el único hombre bueno y justo delante de Dios, según lo describe la Biblia.
Ahora imagínate todo lo contrario. Imagínate que eres el único pecador que hay en la tierra. No el pecador más malo, sino el único pecador; nadie más es pecador en este mundo, solo tú. Pues, aun en ese caso, igual que hizo con Noé, Dios también te ofrecería a ti una vía de escape de la destrucción. Y no se trata de ninguna hipótesis. Es algo absolutamente cierto, un hecho histórico. Cuando Dios obró ese portento, no lo hizo con un arca de madera calafateada, sino con su Hijo amado clavado en una cruz.
Nuestro Dios sabía que no somos buenos y que nunca podríamos merecer la salvación. Sin embargo, el Padre eterno se despojó de su único Hijo para dar una solución no solo a los justos como a Noé, sino a pecadores como nosotros. Era tan profundo el amor de Dios que aun si tú hubieses sido el único pecador que había en el mundo, de igual manera él habría mandado a su Hijo para que efectuara, tan solo por ti, un rescate que le costase la vida.
Ser rescatados de nuestros pecados no depende de nuestros propios méritos. La salvación es un regalo del cielo. Por eso, reconociendo que fuimos salvos en algo mucho más precioso que un gran barco, debemos procurar que nuestras buenas obras sean un complemento de la fe que tenemos en la salvación que Jesús logró para nosotros.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

viernes, 18 de diciembre de 2009

ENTIERRA TUS QUEJAS

Yo, en cambio, te ofreceré sacrificios y cánticos de gratitud. Cumpliré las promesas que te hice. ¡La salvación viene del Señor! (Jonás 2: 9).
Había una vez una madre que siempre se quejaba de que su hijo arruinaba demasiados zapatos. Un par de zapatos apenas le duraba un mes. Un día se quejaba con otra madre y le decía:
—No puedo aguantar ya a este muchacho; me hace gastar mucho dinero en zapatos.
—Dale gracias a Dios de que tu hijo arruma zapatos —le respondió la dama.
—Y el tuyo, ¿cuántos destruye al año?
—Mi hijo no puede caminar, es paralítico para toda la vida —le respondió con voz entrecortada.
¿Cómo te sientes cuando a menudo escuchas esa monótona conversación quejumbrosa de alguien con quien te relacionas? ¿Verdad que molesta? Yo conviví con ese tipo de personas quejumbrosas en el colegio donde estudié. Una compañera de dormitorio y de clase se la pasaba con la queja en la lengua. Fue tanto el fastidio que nos ocasionaba que un día nos pusimos de acuerdo con las otras compañeras para hacerle ver el problema y ayudarla. No pasó mucho tiempo hasta que aprendió la lección. No fue fácil para ella quitarse ese mal hábito, pero al tinal del año nos agradeció por haberla ayu¬dado.
No vale la pena quejarse a cada momento hasta de las insignificancias de la vida. Recordemos que lo que hablamos se queda grabado en nuestra mente, y de tanto repetirlo llegamos a creer que es verdad. Es así como una mentira adquiere legitimidad en la vida de una quejumbrosa. Entonces comienza a vivir en un mundo catastrófico, fatal e infortunado que ella misma ha fabricado. El nivel de los sollozos aumenta cuando se encuentran con otras gemidoras que disfrutan contando sus desgracias a los demás. Busquemos sabiduría en la Palabra de Dios y alabemos sus beneficios y bendiciones recibidas. Mejor demos gracias por todo lo que él nos da.

Isabel Zemleduch de Alvarado
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.

TODOS LOS GESTOS AMABLES IMPORTAN

Los que somos fuertes en la fe debemos aceptar como nuestras las debilidades de los que son menos fuertes, y no buscar lo que a nosotros mismos nos agrada. Romanos 15:1.

Agnes adoraba hacer ganchillo. Había sido una de sus aficiones duran te años. Cuando se hizo mayor, la artritis hizo que sus manos ya no tuviera la agilidad de antes. Aun así, ella seguía haciendo ganchillo. Al final, la salud de Agnes se deterioró tanto que tuvo que ingresar en una residencia para recibir un cuidado especializado. Pero ella seguía haciendo ganchillo.
Justo después del Día de Acción de Gracias, Agnes decidió hacer una bufanda blanca para una de sus mejores amigas. Le pidió a su hija Mary que comprara el hilo y empezó el proyecto.
La siguiente vez que Mary fue a visitarla, vio que su madre había completado varias pasadas de la bufanda. Pero era obvio que Agnes no veía lo que hacía porque la bufanda parecía obra de un principiante.
Cuando llegó Navidad, Agnes declaró que su proyecto estaba acabado. Antes de darle la bufanda a su amiga, la sacó de la caja para mostrarla a su familia.
Mary miró a su esposo como preguntando: «¿De dónde ha salido? Es preciosa, perfecta». No era la misma bufanda que había estado tejiendo su madre.
Más tarde, después de algunas preguntas aquí y allá, Mary descubrió cómo se había transformado la bufanda. Cada noche, después de que Agnes se hubo acostado, una de las enfermeras de noche entraba a su habitación y se llevaba la bufanda al puesto de enfermería. Allí corría las puntadas mal hechas y las rehacía correctamente. Luego devolvía la bufanda a la silla de Agnes.
Cuando, al día siguiente, la anciana mujer tomaba el ganchillo, seguía trabajando en la bufanda sin darse cuenta de la transformación que se había producido mientras dormía.
Muy pocas personas tienen alguna vez la posibilidad de ser famosas, pero todos podemos hacer que el mundo sea un lugar mejor. Todo lo que se necesita es un acto de amabilidad hacia otro ser humano. ¿Ya sabes a quién puedes ayudar?

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.