lunes, 25 de abril de 2011

LA VÍA DOLOROSA

Despreciado desechado entre los hombres, varón de dolores experimentado en sufrimiento; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado y no lo estimamos. (Isaías 53:3).

Triste y doloroso lamento profético el que lanzo Isaías. A veces pienso cuan difícil debió de ser para los profetas que precedieron a Cristo anunciar la forma cruel en que el Mesías, tan esperado por Israel, iba a ser tratado por su propio pueblo. Casi puedo ver las lágrimas derramándose sobre la pluma, dejando una huella de dolor en cada palabra.
¿Cómo describir esa senda regada con el desprecio, la burla, la ingratitud y la ignorancia? El futuro debía parecer cruel a todos esos profetas. Pero ese futuro, que para nosotros ya es pasado, se ha convertido por la gracia divina en la garantía de una vida gloriosa. Comparto hoy contigo una descripción de ese hecho en forma musical.
«Por la vía dolorosa, triste día en Jerusalén, / los soldados abrían paso a Jesús. / Mas la gente se acercaba / para ver al que llevaba aquella cruz. / Desangraban las heridas que en su espalda recibió, / con espinas coronaron a Jesús / y su cuerpo tambaleaba / bajo el peso agonizante de esa cruz. / Por la vía dolorosa, que es la vía del dolor, / como oveja vino Cristo, Rey y Señor. / Y fue el quien quiso ir por su amor, por ti y por mí. / Por la vía dolorosa al Calvario a morir. / Por la vía dolorosa, la furiosa multitud: / "¡Crucifíquenle!" gritaban a Jesús, / pero algunos le lloraban / porque amaban al que llevaba aquella cruz. / Por la vía dolorosa, que es la vía del dolor, / como oveja vino Cristo, Rey y Señor. / Y fue el quien quiso ir por su amor por ti y por mí. / Por la vía dolorosa al Calvario a morir. / La sangre que el vertió en la cruz por mi / las calles mancho de Jerusalén.
Esa senda que fue trazada con sangre garantizo nuestra vida eterna. Una vida que llega hoy ante ti proponiéndote una trayectoria victoriosa. ¿Estas dispuesta a caminar por esa senda?
La senda del dolor es dura, pero es la senda de la victoria. No ternas atravesar por ella.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

EN BUSCA DEL PERDÓN

Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloro mientras hablaban. Génesis 50:17.

En el día de ayer hablamos del perdón desde el punto de vista del ofendido y el deber cristiano de perdonar. Hoy nos referimos al ofensor, aquel que procura restablecer alguna relación rota por un error suyo.
Este aspecto del perdón tampoco es sencillo. Requiere mucha humildad, ya que incluye doblegar la tendencia a justificar el error. Recuerdo a un joven que soporto varias veces que un jugador contrario le pegara patadas en un juego de futbol, pero finalmente se vengó y le pego de tal forma al agresor, que tuvimos que llevarlo al médico.
Cuando converse con el joven, le pregunte si estaba arrepentido y deseaba pedir perdón, a lo que respondió: "El empezó todo, yo lo único que hice fue defenderme".
Más allá de quien inicio el pleito, si nosotros erramos, debemos ir en busca del perdón. Necesitamos humildad, sumisión y disposición para escuchar cosas que quizá nos desagraden, pero el ejemplo de los hermanos de José registrado en las Escrituras es perfecto para ilustrar esta enseñanza.
Ellos habían sentido envidia de José y no podían soportar la manera en que su padre prefería a este hijo nacido de su mujer amada. Lo llegaron a odiar por sus sueños, en los que ellos aparecían como siervos delante de un hombre al que consideraban "inferior" por ser menor que ellos. Siguiendo los dictámenes de sus corazones no convertidos, decidieron deshacerse de él y lo vendieron como esclavo.
En el gran tablero de la vida, José quedo "con las fichas ganadoras". Confirmo lo que sus sueños anunciaban y sus hermanos llegaron con humildad ante su presencia en busca de alimentos. Cuando lo reconocieron, sintieron temor y le pidieron perdón por los errores cometidos en años pasados. Para que José no pensara en vengarse de sus diez hermanos, ellos nombraron a Jacob, y mostraron su deseo de proteger al hermano menor: Benjamín.
Es posible que tu también hayas actuado mal con tus padres, tus hermanos, algún amigo, un profesor o un compañero de clases. Quizás en ese momento se rompió la relación que tenías con alguno de ellos, y en el fondo de tu corazón sabes muy bien que fue tu responsabilidad. No dejes pasar el tiempo, acercate a esa persona con mansedumbre y humildad y pídele que te perdone. En el cielo, ese acto de desprendimiento y modestia no pasara desapercibido.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

¡RECONCILIADOS!

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Romanes 5:10,11.

“¡Esta vida me mata! Me mata su absurdo; si, el absurdo de la rutina me aniquila silenciosamente. La rabia de ser todos los días yo, la oficina, este maldito escritorio, el vértigo de los ventiladores, la soledad de tantos rostros... todo me mata".
Perla escribía esas palabras mientras rumiaba el dolor de su rutina diaria. Se asfixiaba de monotonía. Lloraba en silencio. Se sentía cansada de vivir, e intentaba desahogar su espíritu garabateando la historia de su vida.
Todos los días, en todos los lugares, caminan Perlas, de muchas razas y de muchos colores; idiomas diferentes, tamaños variados. No importa el país ni la cultura. Son seres que sufren la agonía de estar vivos, sintiéndose muertos.
Ese es el estado diario de "enemigo". Éramos enemigos, menciona Pablo; vivíamos alejados de Dios, peleados, en situación de guerra. El ser humano, reñido con Dios, no tiene manera de ser feliz. Carga un vacío existencial que lo acompaña a todos lados, y le recuerda que es "enemigo".
Todos, independientemente de lo que creamos o no, provenimos de las manos del Creador, y solo seremos completes en él. La ausencia de Dios causa, en la criatura, una sensación de rutina y de monotonía, la vida pierde sentido, y el trabajo diario de vuelve enfadoso y cansador.
¿Para qué? Te preguntas, mientras tratas de cumplir obligaciones que no te proporcionan satisfacción. Pero, el amor de Dios por ti se revela en el hecho de que te reconcilio con él, al entregar al Señor Jesucristo para morir por ti.
Ahora, reconciliados, exclama Pablo, seremos salvos. Salvos ¿de qué? Del pecado. Pero, también del vacío, de la rutina agobiante, de la monotonía de ir sin saber hacia dónde.
¡Despierta a la vida! Deja entrar la luz divina en tus días oscuros. Permite que el Sol de justicia ilumine cada rincón de tu existencia, y parte hoy, para el cumplimiento de tus deberes diarios, seguro de que, con Jesús, la vida se transforma en una eterna primavera, llena de horizontes infinitos.
Recuerda que "si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

domingo, 24 de abril de 2011

RAZÓN DE VIVIR

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron he aquí todas son hechas nuevas. (2 Corintios 5:17).

El nuevo nacimiento es un misterio que ocurre en nuestro interior, una nueva oportunidad de vida surgida de un encuentro personal con el Dios que se hizo hombre y habito entre nosotros. Los misterios, así como los milagros, no se pueden explicar, solo sentir.
¿Cómo y cuándo ocurre el nuevo nacimiento? Nadie lo puede predecir. Lo cierto es que cuando el corazón humano se enfrenta al amor divino, queda despojado de todo orgullo, vanidad, egoísmo y rencor, para dar cabida a ese amor que penetra hasta lo más profundo del ser. Quizás tu pasado no sea tan dramático como el de la mujer adúltera, pero el pecado siempre aflige.
«Tal vez te preguntes cuál es tu razón de vivir. ¿Por qué Dios se empeña en preservarte la vida? A continuación, te doy varias razones para que encuentres tu respuesta, y sobre todo para que encuentres a Jesús, quien se encargara de poner tu vida en su lugar, porque él está deseando obrar ese milagro en ti.
«Razón de vivir me diste cuando yo no tenía. / Me tendiste tus brazos cuando el mundo me abandono. / Me diste alegría cuando solo sentía amargura. / Me diste amor cuando nadie me quiso amar. / Cambiaste mi llanto y mi lamento en gozo. / Todos mis sueños trajiste a la realidad. / Tú me miraste con ojos de amor y ternura. / Me diste amor cuando nadie me quiso amar. / Es por eso, Señor, que te amo. / Y es por eso que yo te amare. / Cambiaste mi vida y mi corazón, /y una nueva criatura ya soy. / Por eso, Señor, yo le canto. / Y por eso, yo te alabare. / Me diste amor cuando nadie me quiso amar».
¿Ahora sabes cuál es tu razón de vivir? Si te atormenta tu pasado, si crees que tu presente carece de sentido, si te sientes como una carga para los demás, o simplemente estas inconforme contigo misma, vuelve a leer los versos anteriores y, aunque no conozcas la música, sentirás que tienes muchas razones para decirle a Cristo: «Gracias, Señor tu amor me ha dado una razón de vivir».

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

¿CUESTA PERDONAR?

No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo jehová. Levítico 19:18.

¿Te cuesta perdonar? Muchos tienen este problema. Mientras que algunos olvidan y perdonan rápidamente las ofensas recibidas, otros tienen que acudir a la fuerza de voluntad y a la oración para volver a entablar aunque sea una mínima comunicación.
Más allá de los sentimientos individuales, el Padre de amor que reina en los cielos nos invita a todos a poseer el mismo espíritu de perdón que el posee. Cada cristiano sabe que no perdonar crea un serio impedimento para recibir el perdón de Dios. La oración modelo implica esta relación en su frase dedicada al perdón: "Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores" (Mat. 6:12).
Phan Thi Kim Phuc es un verdadero ejemplo de la capacidad humana para perdonar. Era una niña de nueve años cuando se desato la guerra de Vietnam y su hogar fue bombardeado por los norteamericanos. Mientras corría a la calle, se liberó de sus ropas en llamas y con el cuerpo muy quemado, intento alcanzar socorro. Luego se enteró que dos de sus primos habían muerto en el ataque. Después de varios meses en el hospital, logro recuperarse y aunque credo como practicante budista, en 1982 se convirtió al cristianismo.
Años más tarde, ya adulta, en un encuentro con veteranos de guerra de Vietnam, Phan se encontró con el comandante John Plummer, un coordinador del ataque a la aldea donde había vivido en su niñez. Este hombre, al verla y conocer su historia, no dejo de pedirle perdón, a lo que Phan accedió y con un abrazo fraternal le dijo: "Esta bien, todo bien. Yo te perdono, yo te perdono".
Es posible que también a ti te hayan herido. Todos en algún momento fuimos heridos por alguien, todos hemos sufrido por causa de otros. Todos hemos sido afectados sentimental o físicamente alguna vez; pero más allá de lo recibido, las Escrituras nos invitan a contemplar al Salvador crucificado. En el momento en que sus verdugos estaban clavando sus manos y pies sobre el madero, de sus labios se escuchó la oración: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" (Luc. 23:34).
Esos verdugos fuimos tú y yo, porque Jesús sufrió esa muerte por tus pecados y por los míos. No hay nadie en este mundo que quede excluido, no hay nadie que no sea culpable de la muerte del Hijo de Dios, pero todos nosotros estamos cubiertos por la oración intercesora de perdón y amor del Salvador. Y como todos estamos incluidos en su perdón, todos también tenemos el deber de perdonar a quienes nos ofendieron.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

EN AQUEL TIEMPO

En aquel tiempo dice Jehová, me llamarás Ishi, y nunca más me llamarás Baali. Oseas 2:16.

No sé por qué tenía la sensación de que aquella mañana seria especial para mí. Aparentemente, era una como cualquier otra. Me levante, desayune frutas y cereales; abrí la Biblia, y me puse a buscar un versículo que tocase mi corazón, que hablase a mis necesidades y me ayudase a ser una persona mejor.
Entonces, llamo mi atención este versículo. Aparentemente, nada decía. Había dos palabras hebreas que parecían complicar el pensamiento. Pero, el libro de Oseas es el libro de la gracia, y si este texto estaba alii, debía tener algún mensaje especial.
"En aquel tiempo", empieza diciendo Dios. El Señor se proyecta hacia el futuro; a un tiempo en que, finalmente, sus hijos entenderían la esencia del cristianismo. "Me llamaras Ishi y nunca más me llamarás Baali". ¿Que significa eso? En el original hebreo, Ishi es esposo, amado. Baali, señor, más relacionado con el sentido de patrón.
Dios desea llevarte a vivir la maravillosa experiencia del amor. Él no quiere que lo veas como un dios rígido, exigente, con una vara en la mano, listo a castigar la desobediencia de sus vasallos. Dios desea que desarrolles, con él, una experiencia de amor. Como la esposa lo hace con el esposo
Un día, en Jericó, vino a Jesús un joven angustiado, y le pregunto: "¿Que hare para tener la vida eterna?" La respuesta de Jesús tenia, como objetivo, llevar a ese joven a la dimensión del amor. Obedecer por obedecer no tiene valor, para los fines espirituales. La obediencia solo es válida cuando es la expresión de un profundo amor por Jesús.
Por eso, él lo dejo todo allá, en el cielo, y vino a esta tierra a morir por ti. Lo que más desea es conquistar tu corazón. Te ama. Y, cuando alguien ama a una persona, no desea someterla a una vida de servidumbre y de miedo, sino llevarla a pasear por los floridos jardines del amor.
¿Qué tipo de dios es el tuyo? ¿Baali, aquel que te observa con ojos vigilantes, de capataz? ¿O Ishi, aquel que te ama y quiere que le entregues el corazón?
No saigas de casa, hoy, sin repensar tu cristianismo. ¡Es hora de amar! Cuando el amor de Jesús inunde tu corazón, veras que fácil es llevar los frutos del amor. La noche se hará día, y la tristeza, alegría.
"Aquel tiempo" es ahora. "En aquel tiempo, dice Jehová, me llamaras Ishi, y nunca más me llamaras Baali".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

sábado, 23 de abril de 2011

UNA PUERTA NO FORZADA

Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entrare a él y cenare con él y el conmigo. (Apocalipsis 3:20).

Desde la antigüedad el ser humano ha venido elaborando diversos, métodos para lograr que sus bienes estén a salvo. Desde los candados y las rejas hasta los más digitalizados sistemas de alarma y cerraduras, todos persiguen el mismo fin: aferrarse a lo material.
Seguramente habrás visto en más de una ocasión el cuadro que representa a Jesús llamando a una puerta. En una ocasión, alguien comento que ese cuadro no estaba completo, porque le faltaba algo muy importante: el picaporte; a lo que el pintor certeramente argumento: «No le falta, porque lo tiene por dentro» Sí, esa es la única puerta que se abre solamente desde adentro. Aunque existe el peligro de que Satanás trate de forzar dicha cerradura, nunca podrá hacerlo a menos que tú decidas abrirla.
Una pequeña comentaba con su mama lo frustrada que se sentía porque a veces hacia cosas que no quería y otras veces, lo que sabía que debía hacer, no lo hacía. Si, esta es la inquietud bíblica que vemos reflejada en el capítulo 7 de Romanos. De pronto, la niña dijo: «¡Ya se! ¡Tengo la solución! Cuando Satanás venga a tocar a la puerta de mi corazón, en lugar de tratar de echarlo por mí misma, le diré a Jesús que lo haga el; estoy segura de que cuando Satanás lo vea, se ira sin decir nada».
¡Simpática y sincera reacción! Pero aunque propia de la inocencia de una niña, contiene toda la sabiduría del mundo, pues esta es la única forma de vencer sobre el mal. En cuanto al llamado de Jesús para tu vida hoy, lee estas palabras: «Jesús a tu puerta llamando esta, / quiere a tu vida entrar. / Te ofrece amor y perdón sin igual, / no le hagas más esperar. / Si tu hoy quisieras dejarle entrar / Su dulce paz sentirás. / Recíbele pronto, no te pesara. / El esperándote está».
¿A quién le abrirás la puerta de tu corazón? Antes de comenzar las actividades de este día, pídele a Jesús que sea el único huésped en tu corazón.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

RENOVACIÓN Y CAMBIO

Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitare de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y hare que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. Ezequiel 36:26, 27.

Dios nos ofrece en su Palabra todos los recursos necesarios para encontrar la paz interior. Si cada pecador recurriera a las Escrituras y pusiera en práctica sus consejos para la restauración espiritual, los psicólogos tendrían menos trabajo.
Pero el Señor no termina su obra con el perdón de los pecados, sino que la continua a través de su Espíritu y obra una transformación en el pecador que lo convierte en una nueva criatura.
Esa transformación es muy distinta a la que los hombres suelen realizar, y un ejemplo de ello es el difunto cantante Michael Jackson. Comenzó a cantar junto a su familia desde pequeño y poco a poco fue conquistando los corazones de sus oyentes. A principio de la década de los ochenta, logro llegar a la fama mundial con su música y con ello obtuvo la fortuna económica. Nunca explico que pretendía cambiar, pero a partir de allí comenzó a hacer-se cirugías y mas cirugías hasta quedar irreconocible. Cambio de nariz, de piel, de color de los ojos. También cambio sus labios, su mentón, y hasta el color de la piel. Pero, ¿te atreverías a afirmar que este cantante cambio realmente? Existió un cambio físico, pero eso no lo transformo en otra persona.
A través del profeta Ezequiel, Dios promete sacar el corazón de piedra del ser humane (el corazón lleno de pecado), colocarle un corazón de carne y poner en el su Espíritu Santo para que sienta placer en guardar los estatutos y preceptos que las Escrituras nos dan. En otras palabras, Dios no se conforma con perdonarnos, quiere cambiarnos radicalmente para que no volvamos a caer en el pecado.
Jesús, tu Salvador y gran Amigo, quiere que desde ahora y por la eternidad vivas como un ciudadano del reino de los cielos. Su estrategia: darte un nuevo corazón, transformarte por completo e implantar en ti el deseo de vivir según su voluntad.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel