domingo, 24 de abril de 2011

¿CUESTA PERDONAR?

No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo jehová. Levítico 19:18.

¿Te cuesta perdonar? Muchos tienen este problema. Mientras que algunos olvidan y perdonan rápidamente las ofensas recibidas, otros tienen que acudir a la fuerza de voluntad y a la oración para volver a entablar aunque sea una mínima comunicación.
Más allá de los sentimientos individuales, el Padre de amor que reina en los cielos nos invita a todos a poseer el mismo espíritu de perdón que el posee. Cada cristiano sabe que no perdonar crea un serio impedimento para recibir el perdón de Dios. La oración modelo implica esta relación en su frase dedicada al perdón: "Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores" (Mat. 6:12).
Phan Thi Kim Phuc es un verdadero ejemplo de la capacidad humana para perdonar. Era una niña de nueve años cuando se desato la guerra de Vietnam y su hogar fue bombardeado por los norteamericanos. Mientras corría a la calle, se liberó de sus ropas en llamas y con el cuerpo muy quemado, intento alcanzar socorro. Luego se enteró que dos de sus primos habían muerto en el ataque. Después de varios meses en el hospital, logro recuperarse y aunque credo como practicante budista, en 1982 se convirtió al cristianismo.
Años más tarde, ya adulta, en un encuentro con veteranos de guerra de Vietnam, Phan se encontró con el comandante John Plummer, un coordinador del ataque a la aldea donde había vivido en su niñez. Este hombre, al verla y conocer su historia, no dejo de pedirle perdón, a lo que Phan accedió y con un abrazo fraternal le dijo: "Esta bien, todo bien. Yo te perdono, yo te perdono".
Es posible que también a ti te hayan herido. Todos en algún momento fuimos heridos por alguien, todos hemos sufrido por causa de otros. Todos hemos sido afectados sentimental o físicamente alguna vez; pero más allá de lo recibido, las Escrituras nos invitan a contemplar al Salvador crucificado. En el momento en que sus verdugos estaban clavando sus manos y pies sobre el madero, de sus labios se escuchó la oración: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" (Luc. 23:34).
Esos verdugos fuimos tú y yo, porque Jesús sufrió esa muerte por tus pecados y por los míos. No hay nadie en este mundo que quede excluido, no hay nadie que no sea culpable de la muerte del Hijo de Dios, pero todos nosotros estamos cubiertos por la oración intercesora de perdón y amor del Salvador. Y como todos estamos incluidos en su perdón, todos también tenemos el deber de perdonar a quienes nos ofendieron.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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