jueves, 22 de octubre de 2009

UNA LLAMADA DE DIOS

Él es el salvador y el libertador; el que hace señales maravillosas en el cielo y en la tierra. Daniel 6: 27
Mary Dhume estaba mirando la televisión cuando sonó el teléfono. Se levantó y fue a la habitación de al lado. Descolgó el auricular. —Aló. Nadie al otro lado del hilo.
—Aló. ¿Hay alguien al aparato?
Nada.
De repente, se escuchó un estruendo ensordecedor. El suelo tembló y por el aire volaron fragmentos de cristal. La pared del salón se había hundido sobre la butaca en que estaba sentada hacía unos segundos.
Justo en el momento en que sonó el teléfono, una camioneta derrapó en la curva de delante de la casa de Mary. Al perder el control cruzó su jardín y chocó contra la pared.
El conductor hizo marcha atrás y desapareció. Mary llamó al número telefónico de emer¬gencias, el 911.
Más tarde, después de que se desvaneciera la polvareda y que la Policía de Tráfico de Ohio detuviera al conductor fugitivo, Mary respondió a preguntas sobre su experiencia.
—¿Que el teléfono sonara en ese preciso momento? Es una de aquellas cosas que la gente nunca creería —dijo—. Quizá fuera Dios que me llamaba para decirme que saliera del salón.
Algunas personas podrán decir que fue solo una coincidencia. Pero los que creemos en Dios sabemos que usa muchos medios para protegernos del peligro.
Cuando lleguemos al cielo, podremos hablar con nuestros ángeles de la guarda y descubrir las veces que nos salvaron la vida y volveremos a darnos cuenta de que nunca estuvimos solos. Dios siempre se ocupa de nosotros.

Tomado de la Matutina El Vieja Increíble.

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