sábado, 23 de enero de 2010

LA MUERTE DE CRISTO COMO TRIUNFO

Entonces vendrá el fin, cuando él entregue el reino a Dios el Padre, luego de destruir todo dominio, autoridad y poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies (1 Corintios 15: 24, 25).

Otra de las razones de la muerte de Cristo fue destruir el reino del mal. Es una realidad poco entendida que vivimos en medio de una lucha entre las fuerzas del bien y las del mal. No nos damos cuenta de lo que esto significa, tanto a nivel personal como cósmico.
El Apocalipsis testifica de esta guerra que comenzó en el cielo y se extendió a la Tierra. Una lucha milenaria, encarnizada y feroz que trata de representar mal el carácter de Dios ante el universo. ¿Fue Dios justo cuando expulsó a Lucifer del cielo? ¿Fue Dios justo al tratar con la desobediencia de Adán y Eva? ¿Fue Dios justo al destruir el mundo con un diluvio? ¿Fue Dios justo al destruir las ciudades de Sodoma y Gomorra? ¿Es Dios justo cuando los malos prosperan y los buenos sufren?
Sobre todo es una lucha que se libra a nivel personal, donde cada mente es el campo de batalla. Cada ser humano es un agente del bien o del mal. Dios debe ser justo y ético al tratar con el mal y la injusticia, porque eso corresponde a lo que él es.
El foco de esta lucha milenaria se centró en la cruz del Calvario. Allí se iban a contestar todas las preguntas. Allí se iban a aclarar todas las dudas. Allí se iba a determinar quién tenía razón. Allí el carácter de Dios estaba en tela de juicio. Allí, por la muerte de Cristo, el carácter de Dios fue vindicado ante el universo. Allí se reveló con toda claridad el carácter de Satanás. Allí el universo entero fue testigo de la exhibición maravillosa de los verdaderos motivos de Dios y de los motivos ocultos de su adversario. La muerte de Cristo en la cruz fue una declaración del triunfo del bien. San Pablo dijo: «Dios [...] desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal» (Col. 2: 13, 15).

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C

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