martes, 25 de enero de 2011

¿QUÉ, TE CREES MUCHO?

«En todo Israel no había ningún hombre tan admirado como Absalón por su hermosura; era perfecto de pies a cabeza», 2 Samuel 14:25.

Uno de los hijos que tuvo David fue Absalón. Su madre fue Maaca, hija del rey de Guesur. El texto de esta mañana nos dice que era muy hermoso. Todo mundo le decía que estaba muy bien. Tenía una cabellera muy abundante. Imagínate, cada año se cortaba hasta dos kilos de cabello. Además era perfecto; aparentemente no tenía ningún defecto. Si viviera hoy, de seguro sería un modelo muy exitoso.
Pocas veces se puede hablar así de la apariencia física de alguien. Lamentablemente, pienso que su perdición fue confiar demasiado en su belleza y las alabanzas de las personas que lo rodeaban: «¡Qué guapo estás, Absalón! ¡Todas se pelean por ti!»
¿Qué fue de su vida? Traicionó a su padre. Quiso reinar en lugar de David. Dividió el reino entre los que estaban a su favor, y los que estaban todavia con el rey. Salió a pelear y lamentablemente murió, como consecuencia de su rebelión.
Me gustaría que la historia tuviera otro final. ¿A ti no? Me pregunto, ¿de qué le sirvió la belleza? Tampoco creas que la causa de su error fue su atractivo físico. Digo, eso no tiene algo de malo. A todos nos gustaría tener un cuerpo de ensueño, pero eso no es lo más importante de la vida. Absalón olvidó cultivar valores de lealtad, amor, integridad y compromiso. Le falló al rey, que además era su padre. ¡Qué triste final!

Manten tu conexión con Jesús todo el día. Cuando te veas en el espejo, que la imagen que contemples refleje la paz y la belleza interior que solamente Cristo te puede dar.

Tomado de meditaciones matinales para menores
Conéctate con Jesús
Por Noemí Gil Gálvez

No hay comentarios:

Publicar un comentario