lunes, 31 de enero de 2011

VUESTRA LUZ

Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Mateo 5:16.

De todas las órdenes dadas por Jesús, tal vez esta sea una de las que confunde al ser humano. No es que no le guste brillar; al contrario, vivimos en un mundo en que todos quedan deslumbrados por las luces. Cada año, miles se inscriben en programas de televisión, soñando con 15 minutos de fama. Multitudes hacen largas filas en búsqueda del nuevo celular que apareció en el mercado; se endeudan a fin de tener un automóvil último modelo, con la intención de ser vistos.
¿Quién no desea brillar? Desdichadamente, no es de ese tipo de brillo que habla la Biblia. El texto de hoy se refiere al carácter; a lo que soy cuando las luces se apagan; a lo que hago cuando nadie me ve. El carácter es el sello de la personalidad. Se manifiesta desde adentro hacia afuera. Es el resultado de algo que sucede en el interior. Se nutre de las horas de meditación, estudio de la Biblia, y de la oración.
Observa al cielo. ¿Qué ves? ¿El sol? El astro rey fue hecho para brillar. Es fuente de calor, luz y energía.
Mira otra vez al cielo. ¿Qué ves? ¿La luna? La luna también brilla, y proporciona luz.
¿Cuál es la diferencia entre ambos? El sol brilla porque es la fuente; la luna, porque refleja la luz del sol. Esta es la lección de hoy.
Si deseas brillar de verdad, necesitas comprender que eres luna, y no sol; que tu brillo no proviene de ti sino de Dios. Cuando recibes su luz, tu brillo es la consecuencia. De otro modo, tu vida se transforma en una permanente desesperación por aparecer; aunque, para eso, debas transitar caminos peligrosos que te conduzcan a la muerte.
No existe nada más triste que intentar brillar solo por fuera, aparentado y mostrando una faceta que solo existe en público.
Hoy, al comenzar un nuevo día, ve a Jesús. Permite que su presencia santifique tu vida; deja que su carácter se reproduzca en tu vida; que tus pensamientos sean los suyos y que tus acciones sean el resultado natural de tu compañerismo con él.
Búscalo de todo tu corazón, para que "así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

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