domingo, 27 de febrero de 2011

LA AMISTAD DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS

Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón. Hechos 2:46.

El clima que reinó en la iglesia cristiana naciente fue el de una genuina amistad. En esos años ser seguidor de Cristo era sinónimo de perder la familia, el trabajo, la libertad y hasta la vida, así que quienes aceptaban a Jesús como Salvador debían sostenerse y ayudarse mutuamente como verdaderos amigos.

Lucas, al describir este cálido ambiente cristiano, nos dice que "partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón". En otras palabras, no había rivalidad, no había censuras, ni críticas, ni peleas. Todos se consideraban iguales y amigos.

En uno de los cursos que me tocó enseñar viví una experiencia similar a esta. Ahorramos dinero durante algún tiempo, luego planificamos una salida a un parque y decidimos comprar pizzas y gaseosas para almorzar. Cada alumno indicó por anticipado cuánto comería, y después de calcular decidimos comprar 16 pizzas. El día sería para jugar, conocernos en un ambiente distinto y terminar el "gran recreo" comiendo todos juntos.

Luego de definidos los planes, esperamos el evento con mucha ansiedad, hasta que finalmente llegó. Comenzamos a jugar al fútbol mixto (varones y señoritas juntos) mientras otros grupos conversaban o jugaban al voleibol. Pasado el mediodía llegaron los repartidores con todas las pizzas y nos dispusimos a disfrutar el festín. ¡Qué buen día pasamos! Luego de la oración, todo el almuerzo estuvo salpicado de charlas y risas. Los chistes y las bromas de buen gusto hacían aún más deliciosas las pizzas que consumimos.

Los buenos amigos comparten todo con "alegría y sencillez de corazón", porque dentro de una buena amistad no hay lugar para el egoísmo o el orgullo. Así ocurrió con los primeros cristianos y así debe ocurrir ahora, porque siempre que se acepta a Jesús como amigo, él se convierte en el nexo de otras amistades que duran para siempre.

La vida de esa iglesia naciente no fue fácil. Era peligroso admitirse seguidor de Jesús, pero el buen espíritu y la confianza poderosa de los primeros creyentes en su Salvador, hizo que en pocos años todo el Imperio Romano estuviera colmado de cristianos. De igual manera tenemos que hacer hoy, porque solo la fe y la amistad sincera con Jesús podrán convencer al mundo de que él es la única opción.

Procura a lo largo de este día compartir con alguien la amistad que sientes por Jesús.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

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