domingo, 3 de abril de 2011

DEMOSTRACIÓN PÚBLICA

Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entro en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes. Daniel 6:10.

Actualmente existe una tendencia a querer ocultar la identidad religiosa que se profesa. Son muy pocos los que se animan a confesar públicamente que son practicantes religiosos, o que leen la Biblia con regularidad o sencillamente que creen en Jesús. El secularismo y el ateísmo práctico invadieron todos los rincones de nuestra sociedad y es posible encontrarlos incluso en las iglesias.
Y tú, ¿de qué lado estas? ¿Eres de los pocos que se animan a mostrarse como un cristiano autentico o tratas de pasar desapercibido, para que nadie te pregunte?
Al iniciarme como capellán en un colegio adventista, los directivos y docentes me plantearon el desafío: "Tienes que hacer algo para que nuestros adolescentes y jóvenes mantengan en alto su identidad adventista. Hoy por hoy, el liderazgo lo tienen mayormente alumnos que no pertenecen a nuestra iglesia, que influyen para que algunas aulas no parezcan pertenecer a un colegio cristiano".
Y a medida que fui conociendo a los más de ochocientos alumnos de la escuela, me di cuenta que realmente era como me habían dicho. Había jóvenes que vivían pensando en el sexo de una manera mundana, se empleaba un vocabulario ofensivo entre alumnos, se usaban las marcas en la piel, los tatuajes y los metales incrustados en cualquier parte del cuerpo, y había otras cosas que no deseo mencionar.
Nuestro Dios dejo numerosos casos en las Escrituras de aquellos que se animaron a jugarse por Jesús, que no temieron hacer el ridículo y hasta expusieron su vida para mantenerse del lado de la verdad. Daniel, un joven que llego a las cortes paganas como esclavo, en su vejez tuvo que enfrentar el terrible desafío de adorar a Dios de una manera pública, "como lo solía hacer antes" que el emperador medopersa firmara el edicto. Con una confianza absoluta en su Dios abrió "las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios".
Hoy, el mismo Dios de Daniel te invita a mostrarte como su hijo, a dejarte ver como un seguidor de Jesús. Ese testimonio dará frutos para vida eterna.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

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