domingo, 24 de julio de 2011

EL DON DE LA AMABILIDAD

Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres. Tito 3:2.

Estela era una de las jóvenes maestras con las que me tocó trabajar en un colegio. De espíritu alegre y sencillo, tenía la virtud de hacer sentir cómodo a quien estaba a su lado. Con una conversación atractiva, lograba captar la atención y despertar la confianza en los demás, y rápidamente entablaba amistades. Su amabilidad y cortesía brotaban de manera natural, y padres y alumnos sabían que podían confiar plenamente en ella.
La amabilidad de Estela quedó registrada en mi memoria en los cultos de la iglesia. Cada mañana, cuando llegaban personas que venían por primera vez, ella se sentaba a su lado y procuraba hacerlos sentir cómodos. Con cariño explicaba en qué consistía cada parte del culto, y al finalizar invitaba nuevamente a la persona a que volviera al sábado siguiente.
El don de la amabilidad es la virtud de ser afectuoso y complaciente con nuestro prójimo. En los libros de crecimiento de iglesia se hace gran énfasis sobre este don, ya que cuando una iglesia posee la amabilidad natural entre sus miembros, logra crecer numéricamente.
Quiero compartir contigo los párrafos que me entregó un joven que se sentía herido por la falta de amabilidad entre los miembros de su iglesia: "Si alguna vez en una predicación se olvida las palabras justas, no se preocupe. La Escritura dice que el Espíritu Santo pondrá las palabras adecuadas en el momento oportuno. Pero nunca olvide la cortesía y la amabilidad cristiana, por la cual muchos, por falta de ellas, sufren en el mundo. ¿Cómo es posible que cosa tan simple cueste tanto darla? En realidad, un palabra de amor, un beso, un abrazo, el acercarse a conversar, el fomentar la amistad... todas estas cosas cuestan menos que la electricidad, y alumbran más".
"La insignia del cristianismo no es una señal exterior, no consiste en usar una cruz o una corona, sino en aquello que revela la unión del hombre con Dios. Por el poder de su gracia manifestada en la transformación del carácter, el mundo ha de ser convencido de que Dios ha enviado a su Hijo como su Redentor. Ninguna otra influencia que pueda rodear el alma humana tiene tal poder como la influencia de una vida abnegada. El más poderoso argumento en favor del Evangelio es un cristiano amable y amante" (Consejos sobre la obra de la Escuela Sabática, p. 111; la cursiva ha sido añadida). No dejes que la timidez, la baja autoestima o alguna emoción negativa te impidan mostrar tu amabilidad cristiana.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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