lunes, 18 de julio de 2011

TEMPERANCIA 1ª PARTE

Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Génesis 1:31.

Un diccionario define la temperancia como "la virtud cardinal, que consiste en moderar los apetitos y el placer excesivo de los sentidos" (Diccionario enciclopédico ilustrado, Visor, t. 3, p. 964). Lo que Dios creó y puso al alcance del hombre, tenía el propósito de ennoblecerlo y ayudarlo a crecer en todas las áreas de la vida. Desde que el pecado entró al mundo, Satanás trastocó esa creación y muchas de esas bendiciones, usadas sin moderación, se convirtieron en una maldición.
Un hombre de unos 55 años de edad llegó un sábado de noche a la iglesia porque deseaba tener una conversación privada conmigo. En esa charla me habló de un terrible sentimiento de culpa que arrastraba desde hacía algunos años y que no le daba paz. Según su testimonio, a partir de su juventud temprana comenzó a tener relaciones sexuales con toda mujer que se lo permitiera. Nunca dijo que no, nunca se negó si la situación se presentaba propicia. Mujeres solas, casadas, solteras, separadas, si ellas estaban dispuestas, él también. Incluso después de casado, durante años engañó a su esposa siempre que pudo, ocultando su lado lascivo. Después de veinticinco años de casado, su esposa se enteró de su infidelidad y lo abandonó, y a partir de ese momento, al ver su familia destruida, su conciencia no le dio paz. Con admiración escuché de sus labios: "Pastor, yo me considero un esclavo del sexo. Yo soy alguien que no tiene voluntad; no me puedo controlar bajo ningún aspecto. ¿Es posible que no pueda decir 'no'?"
Dios dio la vida sexual para bendición del hombre y la mujer, pero al usarla sin temperancia, esa bendición se transforma en una maldición. Dios creó el sol para la conservación de la vida en nuestro planeta, pero exponerse durante muchas horas sin ningún tipo de protección en la piel, puede ocasionar cáncer. Dios nos hizo como seres diurnos para que descansemos durante la noche, pero si una persona duerme quince horas diarias, además de vivir en la pobreza por perezoso atrofiará su mente y su cuerpo por la inactividad.
El alimento, el sol, el agua, la sexualidad, el trabajo y todo lo creado, son regalos divinos para que vivamos felices. Hacer un uso moderado y equilibrado de cada uno de ellos nos ayudará a vivir sanos y a reflejar a nuestro Creador.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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