viernes, 5 de agosto de 2011

ESPÍRITU DE CONTENTAMIENTO

He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Filipenses 4:11.

¿Estás contento con lo que posees? ¿O deseas tener más? Acán pertenecía al pueblo de Dios y con sus propios ojos había visto las maravillas obradas en su pueblo. Sus padres habían sido esclavos en tierra egipcia, pero ahora él se encontraba como conquistador de las tierras cananeas.
La toma de Jericó no fue una más entre todas, ya que de manera especial se mostró el favor divino por su pueblo. Ángeles enviados por el Señor derrumbaron la gran muralla que separaba a los de Jericó de los israelitas, y como verdaderos invasores, tomaron la cuidad impenitente y se apoderaron de ella. Como la conquista se había producido por la intervención directa de Jehová, había una ley referente a las riquezas de Jericó: "Vosotros guardaos del anatema, ni toquéis, ni toméis alguna cosa... toda la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro, sean consagrados a Jehová, y entren en el tesoro de Jehová" (Jos. 6:18, 19). Ninguno de los israelitas debía animarse a tomar algo de lo que ya estaba destinado al Dios de sus padres.
Acán conocía perfectamente esta ley, pero aún así decidió apoderarse de "un manto babilónico muy bueno, y doscientos ciclos de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta ciclos" (Jos. 7:21). Luego, en su "confesión" delante del pueblo, Acán reconoció que había codiciado, pero lo que nunca llegó a pensar, fue que esa transgresión sería la causa de su muerte en esta tierra y por la eternidad.
Pablo, a diferencia de este pobre hombre, aprendió a vivir "humildemente", y con "abundancia"; a "estar saciado", como a "tener hambre"; a poseer riquezas, como también a "padecer necesidad" (Fil. 4:12). Lejos de experimentar codicia, tenía siempre un espíritu de contentamiento, porque la cantidad de bienes o su escasez no influían en sus deseos y estados de ánimo.
Enfrentó su vida con sencillez, sabiendo que vivía como peregrino en este mundo y que los bienes materiales simplemente lo acompañaban mientras esperaba que Dios renovara su vida en la inmortalidad. El contraste entre Acán y Pablo es tremendo, así como se contrastan el bien y el mal.
La vida espiritual se basa en decisiones, y en algún momento deberás elegir ser como Acán o ser como Pablo con respecto a los ingresos que lleguen a tus manos. Anímate a entrar en el grupo del apóstol, y serás un canal de bendición para ti mismo y para los demás.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

No hay comentarios:

Publicar un comentario