jueves, 1 de septiembre de 2011

EL TELÉFONO CELULAR DE DIOS

Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Salmo 91:15.

Hemos comentado anteriormente las maravillas de la telefonía celular. Gracias a los teléfonos celulares podemos estar comunicados en cualquier momento y lugar: mientras vamos al colegio, al mirar televisión, cuando estamos en un campamento con la iglesia, de vacaciones con la familia, manejando el auto o a punto de dormir. Si tenemos un celular a mano, podemos comunicarnos sin ningún problema con la persona que se nos ocurra en el lugar menos imaginado.
Pero, a pesar de todas sus ventajas, el teléfono celular tiene sus limitaciones. Puede quedarse sin batería en el momento más inoportuno, que no tenga "créditos" para continuar con la llamada, que su antena no capte la señal, que el receptor esté ocupado con otra llamada o sencillamente que esté apagado.
El teléfono celular que posee Dios para comunicarse con nosotros es parecido en algunos aspectos al inventado por el hombre. Ese teléfono lo llamamos oración y nos permite hablar con nuestro Padre en cualquier situación. No importa cuán apurados estemos, que el lugar sea el más inhóspito del planeta o que estemos solos o acompañados, la comunicación puede realizarse igual. Si marcamos el número: "Padre nuestro que estás en los cielos", la llamada se realizará con seguridad y nunca tendremos la línea ocupada. Tampoco escucharemos esa voz femenina que dice: "El número solicitado está fuera del área de cobertura o apagado", y jamás las baterías estarán sin carga o nos quedaremos sin crédito para hacer la llamada. La comunicación siempre se realiza, y en "el otro lado" siempre hay Alguien que nos escucha.
Quizás estés pensando: "Es cierto todo esto, pero sería lindo escuchar una voz audible que nos diga: 'hijo mío, ¿qué necesitas?"' Y tienes razón. Por vivir en este mundo de pecado y de maldad, debemos ejercer la fe para creer que Dios nos escucha, pero no se trata de una fe asentada sobre la nada, porque ese mismo Padre que reina en los cielos nos prometió: "Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré".
Empieza este día comunicándote con tu Padre celestial, y recuerda que él está esperando tu llamada.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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