jueves, 1 de septiembre de 2011

A SU IMAGEN

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Génesis 1:27.

Abelardo volvió a mirarse en el espejo, y otra vez tuvo ganas de quebrarlo. -¿Y Sintió pena y asco, al mismo tiempo: pena de ver hasta dónde había llegado; asco de ser la patética figura que era. ¿Adónde iría? ¿Quién podría ayudarlo? No estaba seguro de querer verse otra vez; al menos no así, en ese estado deplorable.
La triste figura que veía reflejada era el resultado de años de esclavitud. Se consideraba una piltrafa humana, incapaz de decir que no; sin fuerzas para quebrar las cadenas que lo sometían a la drogadicción.
Un día, llegó a sus manos un folleto que comentaba el versículo de hoy. La lectura del folleto lo hizo pensar: ¡él había sido creado a imagen y semejanza del Creador! Evidentemente, la figura que veía en el espejo no era ni tan siquiera una imitación grotesca del ser humano que saliera un día de las manos de Dios. Algo había sucedido a lo largo del camino; algo extraño, malo, pernicioso...
Lo peor que el pecado hace en el ser humano es desfigurar la imagen del Creador. No se trata únicamente de un asunto físico: el hombre tenía un carácter semejante al de Dios, centralizado en el amor. Pero, el pecado lo volvió egoísta, cínico, cruel y, con frecuencia, despiadado.
El propósito de la redención es restaurar, en el ser humano, la imagen perdida de Dios. Esa transformación sucede mediante la convivencia diaria con Jesús. Así sucedió con los discípulos, y así sucederá contigo, si buscas a Jesús constantemente.
Las frecuentes derrotas llevaron a Abelardo a buscar a Jesús. En desesperación, cayó un día a sus pies, y le dijo: "Señor, he luchado solo y no logré nada. ¿Puedes hacer algo por mí?" La oración no había salido todavía de sus labios, cuando la respuesta de Jesús se hizo presente.
En la penumbra de su mente entenebrecida por las drogas, sintió el toque divino del amor y el deseo de levantarse del polvo. Conocí a Abelardo en un congreso de jóvenes; sus ojos brillaban de emoción, mientras me contaba su historia.
Por eso, hoy, sal hacia el cumplimiento de tus deberes diarios recordando que no eres fruto del acaso: Dios tiene, para ti, un propósito maravilloso porque, un día, "creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

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