jueves, 27 de octubre de 2011

UNA ATMÓSFERA NO CONTAMINADA

Y revestido del nuevo. Este, conforme a la imagen del que lo creo, se va renovando hasta el conocimiento pleno. (Colosenses 3:10).

La atmósfera es una mezcla de varios gases que rodea a un objeto celeste (como la Tierra) cuando este cuenta con un campo gravitatorio suficiente para impedir que escapen. Atendiendo a esta definición podríamos comparar la atmósfera con la vida, pues la vida es una mezcla de acciones, deseos, principios y voluntades que rodean a una persona que se encuentra en un mundo regido por esquemas, costumbres, gustos y preferencias, que trata por todos los medios de mantenernos atados para que no escapemos.
Nuestro mundo nos plantea una serie de esquemas que parecieran diseñados para atraparnos y alejarnos de la verdadera libertad que hay en Jesús. Así, por ejemplo, observamos la creciente ola de homosexualidad que avanza contra viento y marea «en aras de la libertad»; contemplamos la plaga de la droga, cada vez más extendida y que acaba con la capacidad de la persona para decidir; el divorcio se presenta como una vía más eficaz para alcanzar la felicidad que la conservación del matrimonio. Todos estos esquemas fluctuantes parecen haber dado luz a un nuevo concepto de la libertad que deja fuera de juego a aquellas personas que son «conservadoras» según los criterios que se imponen. No cabe duda, el partido que se está jugando entre «liberales» y «conservadores» muestra una clara ventaja en el marcador a favor del equipo local.
Así como la atmósfera terrestre está constituida por gases como el nitrógeno, el oxígeno, o el argón, el ser humano está compuesto por cuerpo, mente, emoción, inteligencia, gustos, preferencias, principios o moral. Para que haya atmósfera, el campo gravitatorio tiene que mantener todos los gases en armonía, impidiendo que se escapen. Así sucede con la vida humana; si se deja escapar aunque solo sea uno de los elementos que la componen, nuestra condición se degrada.
Cuando algo parezca «romper tu atmósfera», recuerda que has sido creada a la imagen de Dios y que solo el sistema gravitatorio divino puede revestirte de la naturaleza que te asemeja a Jesús.
La atmósfera celestial retiene a la mujer en los brazos divinos.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

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