martes, 29 de noviembre de 2011

ESPERANDO

Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas naciones, conforme a lo que se le ha dicho: «Así será tu descendencia» (Romanos 4:18).

La pluma inspirada, en el libro A fin de conocerle, declara: «El alma que confía en Dios, encomienda a Cristo todo lo que la perturba, todo lo que la molesta, todo lo que la toma ansiosa» (p. 193). Según Pablo, Abraham creyó, esperando contra toda esperanza. ¿Te imaginas lo que supone creer cuando no hay esperanzas? Parece absurdo, pero la verdadera fe es confianza y entrega incondicional a la voluntad divina. No es difícil saber por qué se le llama a Abraham el padre de la fe. Su vida se caracterizó por una constante dependencia de Dios. Desde su mismo llamamiento, en que se le pidió que saliera de su tierra y de su parentela y se fuera a un lugar desconocido, obedeció solo porque Dios se lo pedía.
¿Has sentido que Dios ha probado tu fe? ¿Puedes recordar la incertidumbre y los sentimientos de inestabilidad que. te embargaron entonces? Para Abraham, un ser humano igual que tú y que yo, también debe de haber resultado difícil poner en práctica una te ciega. Y es que por nosotros mismos somos incapaces de producir este tipo de fe.
¿Es posible tener fe en medio de la incertidumbre, de la derrota, de la enfermedad y de la muerte? Dios hizo posible la vida que habíamos perdido a causa del pecado. Dios dio luz a los ojos de un hombre que era ciego de nacimiento. Dios permitió que una mujer estéril disfrutara de las caricias de un bebé y que el sordo escuchara su llanto. Dios permitió que hubiera perdón para nuestros pecados. Por lo tanto, es posible. ¿Crees que tienes que afrontar sola una montaña? ¿Acaso hay algo imposible para tu Dios?
Emprende cada día con la certeza de que la fe es tu mejor compañía. Confía, espera, incluso si atraviesas el más tormentoso vendaval. Recuerda constantemente que tienes un Dios que nunca le abandonará.
No tienes por qué preocuparte por todos los problemas del mundo, esa tarea le pertenece a Dios. Solo tienes que confiar en que sus promesas son ciertas y se cumplirán.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

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