domingo, 22 de enero de 2012

¿QUIÉN LE PONE EL CASCABEL AL GATO?

Pero no basta con oír el mensaje; hay que ponerlo en práctica. Santiago 1:22.

En una de las muchas fábulas atribuidas a Esopo, cierto día los ratones se reunieron con el fin de defenderse de los ataques del odioso gato. Ya era hora de ponerle un freno al arrogante felino. En plena reunión se escucharon diversas propuestas, ninguna convincente, hasta que un ratón de cierta experiencia pidió la palabra.
—Tengo un plan —dijo el ratón—. Consiste en que amarremos al cuello del gato una campana. Cada vez que se aproxime, el sonido de la campana nos advertirá del peligro.
La propuesta fue recibida con gran entusiasmo en la ratonera. Pero cuando estaba por ser aprobada, un anciano ratón pidió la palabra.
—El plan parece bueno —dijo el veterano ratón—, pero ¿quién le pondrá la campana al gato?
La versión más común de este relato dice: «¿Quién le pone el cascabel al gato?». La lección, sin embargo, es la misma: Ante los desafíos es muy fácil hablar; lo difícil y, a fin de cuentas, lo que importa, es actuar.
Cuando un amigo ha caído y necesita una mano que lo levante, lo que importa es actuar, no hablar.
Cuando hemos hecho una promesa y alguien espera que la cumplamos, lo que importa es actuar, no hablar.
Cuando nos fijemos una meta y los obstáculos nos asedien a lo largo del camino, lo que importa es actuar, no hablar.
Cuando escuchemos a los demás condenar los males de este mundo sin mover un dedo para remediarlos, recordémosles que lo que importa es actuar, no hablar. Cuando alguien nos pida solo orar por la gente necesitada, recordémosle que lo que importa es actuar, no hablar.
¿Hay en tu hogar (en tu vecindario, en tu colegio, en tu iglesia) algo importante que deba hacerse ahora mismo?. ¿Formas parte de una agrupación o de un club que enfrenta un gran desafío ahora mismo? La pregunta es: ¿Quién le pone el cascabel al gato? En un mundo donde la gente habla mucho y hace poco, recuerda que eres hijo de un Dios que hace lo que tiene que hacer y lo hace bien. Como lo expresa Elena G. de White:
«LO QUE ES DIGNO DE SER HECHO, ES DIGNO DE SER BIEN HECHO»
[Mensajes para los jóvenes, p. 100].
Ayúdame, Dios mío, a hablar menos y hacer más.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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