lunes, 13 de febrero de 2012

CONFÍA EN DIOS.

Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos y él hará derechas tus veredas. (Proverbios 3:5-6).

La conocí cuando ella cursaba el tercer grado de la escuela primaria. La niña tenía aproximadamente ocho años y era tranquila, expresiva y conversadora. Todo parecía transcurrir de manera normal hasta que supuestamente un familiar abusó de ella.
Una mañana la niña le contó a su maestra que su padrastro la había acariciado en forma indebida. La maestra se mostró interesada en el caso y frecuentemente le preguntaba a la niña si el problema se repetía. La niña contestaba utilizando una mezcla de verdades y fantasías. La profesora decidió citar a un representante de la familia, ya que la madre trabajaba y no podía acercarse en el horario escolar. Hablaron durante largo rato, y llegaron a la conclusión de que todo aquello parecía estar en la imaginación de la pequeña. Pronto el episodio fue olvidado. Sin embargo, los casos reales quizá son muchísimos más que los imaginarios o ficticios.
Mi trabajo como orientadora en instituciones educativas me ha permitido ayudar a niños que son víctimas de esta moderna epidemia, así como a sus familias. Las personas afectadas reciben consuelo y fortaleza al saber que en Cristo pueden ser perdonados y restaurados. Sin embargo, mi llamado es para que nosotras, como madres y como parte de esta iglesia, prestemos especial atención a lo que los niños y niñas nos dicen. Algunas quejas o comentarios podrían ser un grito silencioso provocado por el horror que están viviendo. Si confiamos en nuestra prudencia quizá no les prestemos la ayuda que ellos necesitan. Como adultos creemos que los niños solo saben mentir y rehusamos pensar que un horror así podría afectar a nuestros hogares.
Al aconsejar a personas que están sufriendo una situación parecida les digo: «Si creemos plenamente en Dios y nos entregamos por completo a Jesús, él nos permitirá seguir adelante a pesar de todo lo que haya sucedido. Debemos reconocerlo en todos nuestros caminos para que sea él quien enderece nuestras veredas». Hemos de orar por aquellas personas que necesitan de nuestra ayuda.
Gracias, querido Dios, porque haces que nuestra vida tenga sentido y porque siempre estás dispuesto a enderezar nuestras veredas.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Ana Lucia de Borthomier es licenciada en Educación especial.
Ha servido al Señor durante quince años como orientadora y docente. Actualmente trabaja en el Instituto Metropolitano Adventista de Barquisimeto, Venezuela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario