domingo, 5 de febrero de 2012

PAZ PERFECTA

«Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado» (Isaías 26:3).

Jesús no dijo: «Bienaventurados los que anhelan, quieren, desean o aspiran la paz». Tampoco: «Bienaventurados los de trato fácil». Y tampoco dijo: «Bienaventurados los que quieren la paz, o los que pagarían cualquier precio por ella»; ni: «Bienaventurados los que buscan las soluciones de compromiso»; y aún menos: «Bienaventurados los que esquivan los problemas y no hacen olas para que el barco zozobre». Sus palabras tampoco fueron: «Bienaventurados las personas, los países, las sectas o las sociedades que tienen un aspecto apacible».
Sencillamente, la paz aparente quizá sea, únicamente, la ausencia de una guerra declarada, pero nuestro Señor Jesucristo no se refería a esto. Él no dijo nada semejante a esto: «Bienaventurados los que viven y dejan vivir, los que son tolerantes con la sociedad y dicen: "Bueno, está bien mientras no sea perjudicial para mi familia y me permita seguir adelante con mi vida"».
¿Ha llegado a toparse con alguien a quien parece que lo persigan las desgracias? ¿Ha conocido a alguien que, cuando entra en una habitación en la que hay tensión entre los miembros de la familia, parece que las cosas empeoran? También hay quienes cuya sola llegada hace que, al poco, un ambiente tranquilo se convierta en un verdadero caos. Hay quienes solo son capaces de echar más leña al fuego.
Las palabras de Jesús son tan simples como estas: «Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios» (Mat. 5: 9). Según Jesús, los hijos de Dios son aquellos cuya sola presencia infunde paz donde quiera que estén.
Algunos quizá digan: «Quiero ser así. ¿Cómo puedo conseguirlo?». La respuesta está en dos textos de las Escrituras: «Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado» (Isa. 26:3); y: «Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo» (Sal. 119:165).
Quizá hoy se enfrente a circunstancias que le resulten adversas. A lo largo del día le ruego que recuerde que para ser hijo de Dios es preciso ser pacificador; y solo es pacificador quien está en paz con Jesús. (Basado en Mateo 5: 9)

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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