lunes, 26 de marzo de 2012

REFUGIO EN LA TORMENTA

Parque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fueran acortados, nadie sería salvo. (Mateo 24:21-22).

Jesús nos hace una advertencia que no debemos pasar por alto. Quizá hemos leído esas citas muchas veces, al punto que han dejado de impactarnos. Creo que si las volvemos a leer con detenimiento, meditando en sus palabras, escucharemos la urgencia con que se nos alerta respecto a los terribles tiempos que se avecinan.
Elena G. de White nos dice: «Sucede muchas veces que los peligros que se esperan no resultan tan grandes como uno se los había imaginado; pero este no es el caso respecto de la crisis que nos espera. La imaginación más fecunda no alcanza a darse cuenta de la magnitud de tan dolorosa prueba» (El conflicto de los siglos, cap. 40, p. 607).
No es fácil pronosticar la aparición y trayectoria de los tornados. Por esta razón se emiten avisos graduales que comienzan con una «vigilancia de tornado». Si un tornado es detectado se convierte en «advertencia de tornado». De igual forma, ya hemos recibido mediante las profecías un aviso de vigilancia respecto a ese tiempo de angustia sin igual que se avecina. La tormenta ha sido detectada y ahora escuchamos la advertencia.
Mi pregunta es: «¿Qué estamos haciendo para prepararnos?». ¿Estamos actuando de tal manera que nuestra fe no sea destruida al enfrentar las adversidades y dificultades? Jesús nos dice: «Pero sabed esto, que si el padre de familia supiera a qué hora el ladrón habría de venir, velaría y no lo dejaría entrar en su casa» (Mal. 24:43). ¿Acaso la tormenta que se aproxima como ladrón en la noche nos encontrará sin preparación y descuidadas?
Pienso en la conocida historia de Jonás, cuando el capitán de la nave se le acercó y le dijo: «¿Qué tienes, dormilón? Levántate y clama a tu Dios. Quizá tenga compasión de nosotros y no perezcamos» (Jon. 1:6). En este tiempo nosotros también debemos clamar a Dios y humillarnos ante él para que nos sostenga.
¿Deseas sobrevivir a esa tormenta y ser salva? Como dice el profeta Ezequiel: «Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué moriréis, casa de Israel?» (Eze. 18:30-32). Nuestro Padre celestial desea que no perezcamos; desea salvarnos.
El día de tribulación está a las puertas, ¿Estamos acaso durmiendo durante este tiempo de advertencia?

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Jenny Avaylon

No hay comentarios:

Publicar un comentario