viernes, 6 de abril de 2012

LA VERDADERA LIBERTAD


Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres (Juan 8:32).

En algunos países desarrollados los movimientos feministas han cobrado gran fuerza a lo largo de los años. Muchas mujeres feministas reclaman independencia y libertad, recordando los años en los que estuvieron sometidas al llamado «sexo fuerte». Algunas damas rechazan cualquier concepto de autoridad ejercida por parte de sus esposos, hasta el punto que abandonan sus hogares en pos de lo que entienden como justicia. 
Sin embargo, hay una libertad que va más allá de la que podamos encontrar o perder en función de los demás. Me  refiero a la libertad interna, ese derecho que todos tenemos y al que debemos aspirar. Por otro lado, hay tantas mujeres viven prisioneras de sus propias actitudes, prejuicios y estados de ánimo. ¡Desatemos esas ligaduras internas y seremos realmente libres! Los sentimientos de soledad, depresión, amargura, temor y autocompasión, pueden llegar a transformarse en cadenas psicológicas que nos mantendrán prisioneras y espiritualmente empobrecidas. Si nos acostumbramos a ellos, nuestra salud puede resentirse y los daños ser irreversibles. Si estás viviendo una situación similar, la pregunta es: ¿Cómo puedo salir de esta condición?
Las ataduras internas pueden ser cortadas únicamente por aquel que tiene poder para hacerlo: Cristo Jesús, nuestro Señor. Al igual que el apóstol Pablo, nosotros también podemos afirmar: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Fil. 4:13). Cuando Cristo sea el centro de nuestros, pensamientos se producirán resultados de libertad.
En las Sagradas Escrituras encontramos la hermosa promesa: «Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (Juan 8:32).  Cuando somos libres en Cristo nuestros pensamientos y sentimientos son renovados y podemos vivir plenamente, sin importar lo que ocurra en nuestro entorno.
Amiga, la piedad externa y las buenas acciones de nada sirven si no son motivadas por un sincero deseo de que cada pensamiento y cada acción se ajusten a la «perfecta ley de la libertad» (Sant. 1:25). ¡Tener la mente de Cristo! ¿ Podriamos siquiera  imaginamos algo así? ¡Qué gran privilegio y qué hermosa oportunidad!
Realmente seremos libres cuando Cristo tome el control de nuestra mente y comencemos a pensar igual que él. Espero que hoy esto pueda ser una realidad en tu vida.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Erna Alvarado de Gómez

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