viernes, 6 de abril de 2012

LO HIZO POR TI Y POR MI


Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados. Isaías 53:5, NVI

La siguiente historia fue contada por H. M. S. Richards Jr. y Daniel R. Guild, y tiene como protagonista a un capitán de barco de nombre John Clout.
El capitán Clout se encontraba en medio del océano cuando cayó gravemente enfermo. El diagnóstico del médico del barco fue categórico: «A usted le quedan pocas horas de vida». Durante sus travesías marítimas había enfrentado toda suerte de desafíos, pero nada se comparaba a la poderosa tormenta que en cuestión de horas lo golpearía. Sin pérdida de tiempo, el capitán llamó a su primer oficial.
—El médico me ha dicho que voy a morir. Por favor, léeme algo de la Biblia.
—Mi capitán —respondió el oficial—, no tengo una Biblia ni tampoco sé orar, pero puedo llamar a William el cocinero. Lo he visto leer la Biblia.
—Tráelo de inmediato —ordenó el capitán.
En pocos momentos el joven cocinero estaba en el camarote del capitán.
—William —dijo con dificultad el capitán Clout—, quiero que leas de la Biblia algo que hable del amor de Dios.
A la mente de William vino el capítulo 53 de Isaías. Con voz pausada, William leyó un versículo tras otro, hasta llegar al número cinco: «Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados».
Al escuchar esas palabras, el capitán interrumpió a William.
—Por favor, lee esas palabras de nuevo.
—¿Me permite que las lea —preguntó el muchacho— como lo hacía mi madre?
—¡Oh, por supuesto!
Entonces William leyó así: «Jesús fue traspasado por la rebeldía de John Clout, fue atormentado por las maldades de John Clout; el castigo que sufrió trajo la paz a John Clout, y por sus heridas John C vlout fue sanado».
Al escuchar esas palabras, el capitán comenzó a repetirlas, vez tras vez, mencionando su nombre como William lo había hecho. Antes de morir, el capitán Clout pudo aceptar al Cordero que por amor a él y a todos nosotros había sido traspasado (The Best News E ver, p. 31).
¿Qué tal si lees ese maravilloso versículo colocando tu nombre allí? ¿Cómo suena?
Gracias, Señor Jesús, por morir por mí en la cruz.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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