domingo, 15 de julio de 2012

«DEJAD A LOS NIÑOS...»


«Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios» (Marcos 10: 14).

Algunas personas creen en el bautismo de los niños. Si, con la ayuda de una concordancia, busca los términos «bautizar» y «bautismo» tal como se usan en la Biblia, descubrirá que el bautismo siempre va acompañado de una enseñanza, de arrepentimiento y de una decisión, cosas estas que ningún niño es capaz de hacer.
Sin embargo, se anima a los padres para que, al igual que hicieron los padres de Jesús cuando habían transcurrido ocho días desde su nacimiento, dediquen sus hijos al Señor. En realidad, la dedicación de un niño es a la vez la dedicación de los padres y del hijo, de modo que los padres piden sabiduría para educar a su hijo en el conocimiento y el amor del Señor.
Las madres llevaban a sus hijos a Jesús para que les impusiera las manos y los bendijera. En la actualidad, ¿cómo pueden los padres traer sus hijos a Jesús?
Una sugerencia es presentarlos a Dios en oración. Deseo fervientemente que los padres y madres que lean este libro oren, o hayan orado, sinceramente por sus hijos y se esfuercen por educarlos para que prefieran morir antes que disgustar al Dios de sus padres. No pidan que sean ricos o famosos, sino que sus nombres estén escritos en el Libro de la vida del Cordero.
Enseñarles la verdad. Haga todo lo posible para que sus hijos asistan a una escuela cristiana, acudan fielmente a la iglesia y, en casa, sean educados en las verdades de la Biblia. Ponga ante su hijo la vida y la muerte, el cielo y el infierno, el juicio y la misericordia, su pecado y la preciosa sangre de Cristo.
Hay quienes dicen: «No hables de Dios a los hijos. Cuando llegue el momento, ya se convertirán a Dios, si tal es su propósito». Es lo mismo que decir: «Si la voluntad de Dios es que ese pedazo de tierra produzca una cosecha, así será. Déjalo y que sea lo que Dios quiera».
Acudir a Cristo es aferrarse a él con las manos y con la fe, mirarlo para obtener vida, perdón, salvación, todo. Con el apóstol podemos ciertamente decir: "No tengo yo mayor gozo que oír que mis hijos andan en la verdad» (3 Juan 4). Basado en Marcos 10:13-16

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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