viernes, 3 de agosto de 2012

LA ACTITUD FRENTE A LOS PROBLEMAS


Echa sobre tu carga y él te sostendrá; no dejará para siempre caído al justo (Salmo 55:22)

Un buen día una dama se levanta, y al mirarse en el espejo del baño ve a una persona que aparenta ser una mujer de éxito. Además se la ve llena de vida, de planes y actividades por cumplir. Sin embargo, ocho horas más tarde esa misma persona está sentada frente al escritorio de un médico, quien la ha citado a su oficina. Sin muchos rodeos el galeno le dice: «El resultado de la biopsia es positivo. El nódulo es un cáncer en estado avanzado». La paciente se pregunta si no habrá habido algún error o se habrán equivocado de persona. Tras recibir la noticia un escalofrío recorre todo su cuerpo, y gruesas y amargas lágrimas brotan de sus ojos, aunque trata de contenerlas.
Cuando recibí aquella noticia me invadió el miedo por unos instantes. Debe de ser el mismo temor que se siente frente a un asaltante que te amenaza con quitarte la vida si no le entregas todo lo que tienes. Eso fue exactamente lo que yo sentí. Estoy casi segura de que nadie está preparado para un golpe de esa naturaleza. Al volver a la realidad me refugié en Dios. Elevé mis pensamientos al cielo y dije: «Señor, soy tuya, te pertenezco, tú pagaste por mí un alto precio, sé que estás conmigo, sé que no me abandonarás. Por favor abrázame, te necesito. No puedo parar de llorar». De inmediato sentí una gran fortaleza, sentí como si Dios tocara mi hombro y enjugara mis lágrimas.
No existe un lugar mágico al que podamos acudir cuando enfrentamos problemas que son más grandes que nosotras. Puede que tengamos que vivir con montañas que nunca se moverán, pero podemos encarar lo inevitable si reconocemos que nuestras reservas y recursos son mayores de lo que podemos imaginar. Si es necesario, Dios movilizará todo el cielo para socorrernos y enviará a toda la hueste celestial para que esté a nuestro lado. Por tanto, no temas.
Cuando tengamos plena confianza en el Dios en quien creemos, cuando nos entreguemos por completo a él, podremos tener la plena y total seguridad de que él es quien dirige la embarcación de nuestras vidas.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Ana Lucía de Borthomíer

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