sábado, 25 de agosto de 2012

PROBLEMAS CON LAS OVEJAS


«Examíname, Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos.  Ve si hay en mí camino de perversidad y guíame en el camino eterno» (Salmo 139:23,24).

El de pastor no es un oficio fácil. Puede parecer que no haga nada; pero un buen pastor tiene que saber cómo se comportan las ovejas y cuáles son sus instintos para dirigirlas con éxito. Estos son algunos de los retos a los que un pastor debe hacer frente:
Las ovejas pasan el día comiendo hierba. Comen horas y más horas sin levantar la vista. Por tanto, puede que no se den cuenta de que han perdido de vista al resto del rebaño. No tardan en perderse, deambulando como sonámbulas, balando y sin dejar de pastar.
Es preciso encontrarlas rápidamente. Las ovejas no pueden digerir todo lo que pastan hasta que se tienden en el suelo. Pero las ovejas no tienen el suficiente sentido común para tenderse cuando tienen el estómago lleno y les duele. El pastor tiene que hacer que se tiendan por su propio bien.
Por naturaleza, las ovejas tienden a seguir a alguien. La vida de las ovejas es un largo juego de seguir al que manda. Si la oveja dominante se acerca al borde de un precipicio, todo el rebaño irá tras ella.
Las ovejas están indefensas ante los depredadores. Si un lobo consigue entrar en el redil, las ovejas no se defenderán. No tratarán de escapar. No se dispersarán. Todo lo que harán será apelotonarse.
Si las ovejas caen en una corriente, se ahogan. Su tupido pelaje absorbe el agua rápidamente y no pueden nadar.
En definitiva, las ovejas están indefensas ante los peligros. No es de extrañar que la Biblia diga que somos como ovejas, sobre todo cuando estamos perdidos. He aquí algunas palabras de consuelo para reflexionar: «Alma desalentada, anímate aunque hayas obrado impíamente. No pienses que quizá Dios perdonará tus transgresiones y permitirá que vayas a su presencia. Dios ha dado el primer paso. Aunque te habías rebelado contra él, salió a buscarte. Con el tierno corazón del pastor, dejó las noventa y nueve y salió al desierto a buscar la que se había perdido. Toma en sus brazos de amor al alma lastimada, herida y a punto de morir, y gozosamente la lleva al aprisco de la seguridad» (Palabras de vida del gran Maestro, cap. 15, p.147). Basado en Lucas 15:4-7

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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