miércoles, 29 de agosto de 2012

SE ALEGRARÁ POR USTED


«El gozo de Jehová es vuestra fuerza» (Nehemías 8:10).

Cuando leemos la parábola de la oveja perdida, una de las sensaciones más atractivas que distinguimos es la profunda alegría que el pastor experimenta al encontrar a la oveja. Aquel hombre que había perdido una oveja ahora está lleno de gozo por una única razón: la ha encontrado. Mientras que antes era el objeto de su preocupación, ahora es el objeto de su alegría. «Cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso» (Luc. 15:5).
Si alguien le dice: «Pastor, pesada es la carga para ti...», alegre, responde: «Estoy contento de llevarla a hombros». Cuando encontró al hijo extraviado, la madre no dijo: «Es una carga dura de llevar». Al contrario, lo abrazó de todo corazón. No le importó si era o no pesada, para ella era una carga preciosa. Se sentía feliz de volverla a Cargar.
¿Recuerda el texto: «El cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, [...] se sentó a la diestra del trono de Dios»  (Heb. 12:2)? Cuando Cristo cargó con nuestros pecados, lo embargo una gran tristeza; pero, cuando vio que habíamos sido salvados de nuestra condición perdida, lo invadió un gozo aún mayor. Dijo para sí: «Los he cargado a hombros y ahora nadie puede hacerles daño y tampoco pueden alejarse de mí. Cargo con el castigo de su pecado para que ellos no tengan que cargar con él nunca más. Soy su sustituto. Cargo con la justa ira de mi Padre para que ellos no tengan que hacerlo jamás».
Estimado lector, salvarlo a usted fue para Jesús una gran alegría. Aunque estaba feliz con el Padre, disfrutando de la adoración de los ángeles, quiso tomar sobre sí nuestra naturaleza y sufrir en nuestro lugar para traernos de vuelta a la santidad y a Dios.
Ese día el pastor solo tenía una alegría: había encontrado su oveja. Así mismo, el peso del animal sobre sus hombros aligeró su corazón; porque sabía que el objeto de sus preocupaciones estaba a salvo de manera incuestionable. Usted también está a salvo en los brazos de Jesús. Basado en Lucas 15: 4-7

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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