sábado, 15 de septiembre de 2012

LA VERDADERA PACIENCIA


Inclina a mí tu oído, líbrame pronto. ¡Sé tú mi roca fuerte, y la fortaleza para salvarme!

Escuché hace varios años a un conocido pastor mientras presentaba una breve charla en la radio. Definía la palabra «paciencia» como: «La ciencia de tener paz». Considero que esa definición es más profunda de lo que aparenta. El asunto es que a diario enfrentamos circunstancias y dificultades en las que nuestra paciencia se pone a prueba. Todo cristiano anhela tener esa paz que inunda el alma y que nos hace sentir felices y gozosos.
Podríamos preguntarnos: «¿Qué es necesario para cultivar la verdadera paciencia, para que esta sea una constante en nuestras vidas?». En el texto de hoy el salmista le dice a Dios: «Líbrame pronto», y esa debe ser siempre nuestra constante petición. Para evitar que los impulsos nos controlen es necesario que seamos transformados por su Santo Espíritu, con el fin de vencer las presiones y los traumas a los que nos vemos expuestas a diario.
Ahí radica el secreto para cultivar la verdadera paciencia: una real y constante dependencia de Dios. El Señor nos conoce y no podemos ocultarle absolutamente nada. Abrámosle el corazón para que él eche fuera todo aquello que es dañino y que nos impide ser pacientes.
Tal vez te haya tocado recibir maltrato por parte de tus seres amados, o de tu propia familia. Eso es algo que duele mucho más porque los vínculos familiares nos hacen más sensibles, y al sentirnos defraudadas podríamos responder de la misma forma. Recordemos que aunque todo parezca ir en contra nuestra, hay un Dios maravilloso que todo lo ve y lo entiende y que está dispuesto a socorrernos en los momentos más difíciles.
Fijemos la vista en Jesús quien es nuestro modelo. Cada paso que el dio en este mundo fue malinterpretado, e incluso fue traicionado por uno de sus discípulos. Pero en todas sus acciones demostró verdadera paciencia y se mantuvo firme ante cada una de las pruebas que sufrió. Jesús jamás permitió que una palabra o una mirada impaciente se hicieran eco en su vida.
Que Dios nos bendiga y nos ayude a enfrentar este día como verdaderas hijas de la familia celestial.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Anónimo

No hay comentarios:

Publicar un comentario