domingo, 21 de octubre de 2012

LA «OFRENDA» DEL LADRÓN


El Señor es mi ayuda; no temeré. ¿Qué me puede hacer el hombre? Hebreos 13:6

Una simpática historia que nos llega desde Brasil y que nos cuenta Adriel D. Chilson nos ilustra que Dios dispone todas las cosas para bien de sus hijos. El caso es que los miembros de una iglesia recogieron una ofrenda especial para contribuir con la construcción del Hospital Adventista de Belén. La ofrenda fue de unos cinco mil cruzeiros, la moneda brasileña de esa época (por entonces, unos doscientos cincuenta dólares). Se decidió que el tesorero llevara el dinero a las oficinas de la misión al día siguiente.
Muy temprano en la mañana, el tesorero partió rumbo a la misión en su automóvil. Al llegar a un lugar desértico, observó a la distancia la figura solitaria de un hombre. Pensando que se trataba de alguien que necesitaba ayuda, le permitió subir.
—¿Quién es usted y hacia dónde se dirige? —preguntó el extraño.
—Soy el tesorero de mi iglesia y voy a la misión para llevar una pequeña ofrenda.
Al escuchar estas palabras, el hombre sacó una pistola.
—Le puedo ahorrar el viaje —dijo, mientras apuntaba al tesorero—. Solo imagínese que yo soy el tesorero de la misión.
Con tristeza, nuestro hermano le entregó el dinero al ladrón. Pero el asunto no quedó ahí. También tuvo que entregar hasta la ropa que llevaba puesta.
Después de completar el despojo, el hombre desapareció. Y allí quedó nuestro hermano, triste, sin dinero, sin ropas y sin saber qué hacer. Entonces oró y se vistió con los harapos del ladrón. De repente, sintió un pequeño bulto en uno de los bolsillos. Era un rollo de billetes equivalente a unos trescientos dólares. Luego palpó otro bulto: otro rollo de billetes. ¡Era dinero que el ladrón seguramente había robado a otros! Después de apartar el diezmo, el tesorero se compró ropas nuevas en el pueblo, entregó a la misión una cantidad superior a la que le habían robado, dio cien dólares adicionales al fondo de construcción del hospital, ¡y todavía le sobró dinero! (When God Provides [Cuando Dios provee], pp. 78,79).
¿Imaginas la cara que pondría el ladrón cuando se dio cuenta de lo ocurrido? ¡Quizás se consoló pensando en que él también había dado su ofrenda a la iglesia!
Al iniciar este nuevo día, recuerda que el Dios Omnipotente está a tu lado. Por lo tanto, ¿por qué habrías de temer lo que pueda hacerte cualquier ser humano?
Gracias, Padre celestial, porque dispones todas las cosas para el bien de quienes te aman.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

No hay comentarios:

Publicar un comentario