domingo, 21 de octubre de 2012

LOS DESEOS DE TU CORAZÓN


Deléitate asimismo en Jehová y él tu concederá las peticiones de tu corazón.  (Salmo 37:4).

Una noche, aprovechando las temperaturas del otoño, invité a mi nieta para que nos sentáramos en el balcón y desde allí contemplar el cielo. En cierto momento mi nieta me dijo: «Abuelita, mira una estrella fugaz, pide un deseo y se cumplirá». Es una creencia popular que si pedimos un deseo en el momento que cae un meteorito es posible que lo obtengamos. Sin embargo, el mensaje de nuestro texto nos enseña algo diferente. Para lograr los deseos de nuestro corazón tenemos que aprender a deleitarnos en el Señor.
«Es una ley de la naturaleza que nuestros pensamientos y sentimientos resultan alentados y fortalecidos al darles expresión. Aunque las palabras expresan los pensamientos, estos a su vez siguen a las palabras. Si diéramos más expresión a nuestra fe, si nos alegrásemos más de las bendiciones que sabemos que tenemos: la gran misericordia y el gran amor de Dios, tendríamos más fe y más gozo» (E! ministerio de curación, p. 195).
Tal vez surja una pregunta: «¿Qué significa deleitarse en el Señor?». El diccionario define la palabra «deleite» como algo que produce placer. Deleitarse en el Señor significa sentir un inmenso placer al estar en su presencia. Implica buscar intensamente su compañía, porque a su lado nos sentimos muy bien; consultarlo cuando tengamos necesidad de hablar con alguien, ya que el Señor nos dará una paz que de ninguna otra forma podríamos experimentar. Deleitarnos equivale a depender de él, a vivir para él, y a tener el deseo de estar siempre con él. Ese es el deleite que necesitamos para que nuestros deseos sean cumplidos. Dios conoce muy bien los deseos de nuestro corazón. Él sabe todo aquello que quizá nunca le hemos dicho a nadie, pero que nos gustaría que algún día forme parte de nuestra realidad. Sin embargo, él sabe lo que más nos conviene y conoce también el tiempo adecuado para concedemos dichos deseos. Si mantenemos una relación permanente con el Señor y somos sumisas al momento de seguir sus indicaciones, no tendremos que mirar las estrellas para conseguir lo que deseamos. Todo lo que hemos anhelado y soñado, y aun mucho más, estará a nuestra disposición de acuerdo con su divina providencia.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Evelyn Herrera de Omaña

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