lunes, 19 de noviembre de 2012

¿CONSTRUIR EN UN PUENTE?


He aprendido a contentarme con lo que tengo.  Sé lo que es vivir en la pobreza, y también lo que es vivir en la abundancia. Filipenses 4:11-12.

«Este mundo es solo un puente: debemos pasar por él, pero no construir nuestra casa sobre él». No sé quién dijo estas palabras, pero expresan una gran verdad que Michael R Green ilustra muy bien en el siguiente relato.
Es la historia de un turista que estaba de paso por la ciudad de Varsovia, Polonia. Entonces aprovechó para concertar una cita con un rabino famoso por su sabiduría. Cuando llegó al hogar del rabino, el turista quedó asombrado al notar la sencillez de la casa y el poco mobiliario: una sola habitación con una mesa, una silla, una pequeña cama y muchos libros. No pudiendo ocultar su asombro, preguntó:
—Rabino, ¿dónde están sus muebles? 
—¿Dónde están los suyos? —respondió el rabino. 
—¿Los míos? —respondió sorprendido el turista—. Solo estoy de paso. 
—Pues yo también estoy de paso —replicó el rabino (1,500 Illunstrations for Biblical Preaching [Mil quinientas ilustraciones para la predicación bíblica], p. 238). «De paso». Esta es una manera muy apropiada de describir nuestro lugar en este planeta.
Claro está que no es este el mensaje que trasmiten los comerciales de la televisión. La idea que se nos quiere vender es que necesitamos consumir más, cada vez más. «Cuanto tienes, tanto vales», es el mensaje que nos bombardea a diario. ¿Qué enseñó nuestro Señor al respecto? Exactamente lo contrario: «Cuídense ustedes de toda avaricia —dijo— porque la vida no depende del poseer muchas cosas» (Luc. 12:15). Y como para que no quedara duda alguna en torno a lo que quería decir, contó la parábola del hombre que tuvo la habilidad de acumular bienes materiales pero no la sabiduría para enriquecer su alma con el conocimiento de Dios (ver Luc. 12:16-21). En el relato, Dios lo llama «necio». ¿De qué otra manera se puede calificar a una persona que «construye su casa en un puente»?
Miremos ahora mismo a nuestro alrededor: ¿Cuánto de lo que tenemos podremos llevar al cielo? Al cielo podremos llevar solo nuestro carácter; es decir, solo lo que hemos atesorado en el corazón.
Asegúrate de «adornar tu corazón» más que tu casa; y de construir, no para este mundo, sino para la eternidad.

Padre amado, ayúdame a recordar que mi verdadero hogar está en la patria celestial.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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