miércoles, 7 de noviembre de 2012

POR FALTA DE UN CLAVO…


El que es honrado en lo poco, también lo será en lo mucho. Lucas 16:10, NVI

«Por falta de un clavo...». Seguramente conoces el proverbio. Lo que quizás no conoces es la historia de ese dicho. Según cuenta William Bennett, el relato se remonta a los tiempos del rey inglés Richard III y la derrota que sufrió en la batalla de Bosworth, en 1485, de manos de Henry, conde de Richmond.
Dice el relato que la mañana de la batalla, el rey Richard dio órdenes a su palafrenero para que colocaran las herraduras a su caballo favorito. Inmediatamente, el palafrenero informó al herrero la voluntad del rey.
—El problema —respondió el herrero— es que no tengo más hierro.
—Arréglate como puedas —replicó el palafrenero—. Es una orden del rey. 
Sin otra alternativa, el herrero obedeció. Con un pedazo de hierro hizo cuatro herraduras y las adaptó a los cascos del caballo. Entonces se presentó un problemita: no tenía suficientes clavos para la cuarta herradura. 
—Me hacen falta clavos —dijo el herrero.
—Ya te dije que te las arreglaras como pudieras —dijo el palafrenero. 
—Pondré la herradura, pero no quedará tan firme como las otras. 
—Pues ponla. Y hazlo ya, o el rey se molestará con los dos. 
El esperado momento llegó. Los ejércitos chocaron, y en lo más fiero del combate, el caballo de Ricardo perdió una herradura. Antes de que el rey pudiera tomar las riendas, el animal huyó. Esto no fue lo peor. Al poco rato sus soldados emprendieron la retirada. Desesperado, el rey gritó:
—¡Un caballo! ¡Un caballo! ¡Mi reino por un caballo!
Sin embargo, la ayuda nunca llegó. Y desde entonces, la gente dice: «Por falta de un clavo, se perdió una herradura; por falta de una herradura, se perdió un caballo; por falta de un caballo, se perdió una batalla; por una batalla, se perdió un reino, y todo por falta de un clavo de herradura» (The Book of Virtues for Young People [El libro de las virtudes para jóvenes] pp. 79-81).
¿Cuál es la lección? Que los detalles son importantes. ¿Cuánto vale un minuto? ¿Cuánto vale una buena acción? ¿Un buen hábito? ¿Una palabra de ánimo al que está caído? Valen mucho. ¿Y cuánto daño podemos hacer en un momento de descuido? ¿Con una palabra dura? ¿En un momento de rabia?  Mucho daño.
Se fiel en lo poco hoy y aprenderás a ser fiel en lo mucho y hoy y siempre.

Ayúdame, Señor, a ser fiel en el cumplimiento de mis deberes diarios.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

No hay comentarios:

Publicar un comentario