lunes, 5 de noviembre de 2012

PROMESA DE SANIDAD


«Yo les traeré sanidad y medicina; los curaré y les revelaré abundancia de paz y de verdad». Jeremías 33:6

Un miércoles, muy temprano en la mañana, recibí una llamada de una de mis compañeras del departamento de Ministerios de la mujer. Ella me dijo que se había sentido motivada a llamarme para compartir conmigo la promesa de sanidad que se encuentra en Jeremías 33:6: «Yo les traeré sanidad y medicina; los curaré y les revelaré abundancia de paz y de verdad». Debido a que la conversación se interrumpió, la llamé a los pocos minutos. Ella aprovechó la ocasión para repetir aquella hermosa promesa. Le di las gracias e intenté levantarme de la cama. No sé por qué me sentía tan dolorida y cansada.
Yo había comenzado a recibir un tratamiento de terapia respiratoria en casa y me tocaba otra sesión. Después de la misma sentí que el corazón y el sistema nervioso se me habían alterado. Entendí que esa era la reacción normal del cuerpo después de una sesión de ese tipo. Entonces volví a reclamar la promesa de sanidad que mi compañera Raquel acababa de compartir conmigo.
Luego, en oración, le recordé al Señor que por la tarde debía celebrar una reunión en mi oficina para definir los detalles de un festival infantil, y que por la noche debía predicar en el pueblo de Isabela. Le pedí al Señor que fortaleciera mi cuerpo y que, si era su voluntad, me sanara de mis quebrantos.
A lo largo de mi vida he comprobado que las promesas del Señor son fieles y verdaderas. Esa mañana reclame con fe aquella promesa de sanidad y una vez más pude experimentar un milagro de sanidad en mi vida. El Señor obró de una forma muy especial, restaurando mis fuerzas y librándome de dolores. Pude cumplir con la agenda que tenía ante mí, totalmente concentrada en la obra que me había tocado realizar.
Hermana mía, te invito a reclamar las promesas divinas como lo hice yo, y a cumplir la voluntad de Dios en tu vida.
¡Bendito seas, Señor! Gracias por usar a mi compañera para recordarme la promesa que necesitaba oír ese día.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por María Cristina Rivera Ramos

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