domingo, 4 de noviembre de 2012

SER MADRE


Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3:16).

Ser madre ha sido una de las experiencias más bellas de mi vida. La ilusión, los planes y los sueños tejidos durante el embarazo hicieron que mi vida se convirtiera en algo placentero y feliz. Las emociones que experimentaba me hacían soñar. El apoyo y las buenas intenciones de mis seres amados ayudaban a transformar mi vida.
La profunda, maravillosa y única emoción de dar a luz a un ser vivo formado en nuestro vientre es casi imposible de describir. Es también un milagro de Dios cómo la naturaleza cumple su función a través de la lactancia, uniendo en un vínculo tan especial a la madre y a su bebé.
Una de las alegrías más exquisitas que puede experimentar una madre es ver crecer a su bebé en forma saludable, escuchar su dulce vocecita cuando dice «mami» por primera vez, o entonar una hermosa canción que recién ha aprendido. Disfrutar de los logros y ocurrencias de un niño es una experiencia inolvidable.
¡Qué maravillosa experiencia es la maternidad! Esa gama de emociones y sentimientos únicamente pueden emanar de un amor perfecto como el amor de Dios. Aunque existen numerosas vivencias distintas que experimentamos al convertirnos en madres, hay una que destaca: adquirir una idea más clara de lo profundo que es el amor de Dios por nosotras.
El amor de Dios y su carácter perfecto distan mucho de parecerse a los nuestros, pero aun así podemos tener una minúscula idea de lo mucho que Dios nos ama. ¿Cómo podría yo menospreciar esa hermosa demostración de amor infinito? Si yo, que soy humana, imperfecta y pecadora puedo experimentar vivencias únicas, maravillosas y profundas como las que propicia la maternidad, ¿cuánto más nuestro Dios, que es perfecto e infinito, es capaz de sentir y hacer por nosotras?
Querido Señor, no permitas que olvide jamás lo importante y valiosa que soy para ti. Que cada mañana recuerde lo mucho que me amas, así como el sacrificio que hiciste por mí.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Pagan Bartolomei

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