viernes, 7 de diciembre de 2012

ME HA SONREÍDO Y ME DIO SU PAZ


¿No está con vosotros Jehová vuestro Dios, el cual os ha dado paz por todas partes? Porque él ha entregado en mi mano a los moradores de la tierra, y la tierra ha sido sometida delante de Jehová, y delante de su pueblo. (1 Crónicas 22:18).

En cierta ocasión esperaba a una amiga a la sombra de un árbol. Llevaba ya un buen rato allí, mirando fijamente hacia un solitario predio, desprovisto de vida y de movimiento alguno, pero mi amiga no aparecía.
Un tanto cansada se me ocurrió conversar con Dios y le dije: «Señor, ¿por qué no me muestras una de tus sonrisas? ¡Creo que nunca he podido apreciar una de ellas! Eso sería muy fácil para un Dios tan grande como tú. Por favor, sonríeme».
Jamás habría imaginado la forma en que el Señor me iba responder. Lo cierto es que hubo una respuesta instantánea, sorpresiva y graciosa que yo no esperaba. En aquel preciso instante observé que revoloteaban frente a mí dos pequeñas mariposas, con movimientos repentinos y alegres, en una forma muy armoniosa.
Le dije al Señor: «Envía una más y sabré que de veras es tu sonrisa la que contemplo». Acto seguido apareció otra, y esa fue la única. ¡Una risa audible y muy espontánea me embargó, al recibir la certeza de que aquella respuesta colmaba de gracia todo el ambiente a mí alrededor! ¡Las mariposillas estaban frente a mí y eran en extremo sencillas y frágiles! En su vuelo me parecía percibir la sonrisa de Dios a través de un mensaje real. Me sentí feliz por la forma en que el Señor se comunicaba conmigo en una manifestación única de belleza natural: mediante unas pequeñas y sencillas criaturas.
¿Tendrás el valor de entablar una conversación natural con un Dios poderoso, formidable y omnipotente, que crea y sustenta, que perdona y redime? ¿Conoces al Dios que es capaz de hablar con nosotros como con un amigo?
Nuestro Dios reconoce el más pequeño de tus pedidos. Es alguien que en todo momento está dispuesto a servirte, incluso en tu más insignificante necesidad. No temas consultar los más sencillos asuntos con él. Así podría comenzar una gran amistad, al estar junto a él, alimentándote de pastos verdes y reposando en aguas tranquilas.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Griselda Uriegas

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