viernes, 7 de diciembre de 2012

«OLER EL PELIGRO»


El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues pana él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente. 1 Corintios 2:14, NVI

Según nos cuenta Bruce H. Wilkinson, Lalo y Lola eran dos ranitas aventureras. Gracias a su capacidad para saltar grandes distancias, les gustaba enfrentar desafíos. Un día, sin embargo, un científico muy listo se las arregló para capturarlas y las llevó a su laboratorio. El científico colocó a Lola frente a dos recipientes: uno tenía agua caliente; el otro, agua tibia. Mientras la otra ranita observaba, introdujo a Lola en el recipiente de agua caliente. Inmediatamente Lola salió del agua dando un salto espectacular. Y se perdió del mapa.
Luego el hombre introdujo a Lalo dentro del recipiente con agua tibia. La ranita se sintió de lo más bien. Entonces gradualmente el científico comenzó a subir la temperatura del agua. Mientras tanto, Lalo flotaba a placer. «Esto sí es vida —pensaba—. La muy tonta de Lola no sabe lo que se está perdiendo». Así transcurrieron los segundos hasta que el agua alcanzó el punto de ebullición. Entonces Lalo quiso saltar, pero ya era demasiado tarde. Sus patitas quedaron paralizadas (More Family Walk [Caminar en familia, tomo 2], p. 166).
¿Dónde estuvo la diferencia entre las dos ranitas? Lalo esperó demasiado para escapar. Diríamos que le faltó «discernimiento». Esta palabra se relaciona con discernir: «Distinguir algo de otra cosa, señalando la diferencia que hay entre ellas». Es el discernimiento lo que nos permite ver más allá de la apariencia de las cosas. Lo que nos permite ver a las personas y las situaciones como realmente son y no como aparentan ser.
La capacidad de discernir es una valiosa herramienta. Tan valiosa que, cuando Dios le permitió al rey Salomón pedir lo que quisiera, con mucho acierto él pidió «un corazón atento para [...] distinguir entre lo bueno y lo malo» (1 Rey. 3:9). Eso es discernimiento en su máxima expresión. Y es precisamente discernimiento lo que vas a necesitar para distinguir qué lugares y qué clase de actividades son apropiados para ti, qué personas deberían formar parte de tu círculo de amigos y, sobre todo, para «detectar» las artimañas de Satanás.
¿Cómo desarrollar esta habilidad? Al igual que Salomón, pídesela a Dios. Y estudia diariamente su Santa Palabra.  Esta es la fuente de toda sabiduría.

Dame, Señor, «un corazón atento para [...] distinguir entre lo bueno y lo mato».

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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