viernes, 7 de diciembre de 2012

OBEDEZCA POR AMOR


«Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley, pues el pecado es infracción de la ley» (1 Juan 3:4).

Si respetamos la limitación de velocidad o nos detenemos cuando el semáforo está en rojo, nadie nos acusa de legalismo. Cuando nuestro jefe nos dice que debemos respetar las normas de la empresa, no lo tildamos de legalista. Sin embargo, cuando se habla de la obediencia a los Diez Mandamientos, parece que siempre habrá quien nos cuelgue el sambenito del legalismo.
En todos los aspectos de la vida la obediencia es necesaria, por lo que el cristianismo no iba a ser ninguna excepción. Creer que se puede ser seguidor de Jesús y, a la vez, desobedecer su Palabra es una contradicción. Nada podría estar más alejado de la verdad. El pecado es desobediencia. La obediencia es ser fiel a la voluntad de Dios en la vida cotidiana.
Oír que quien quiere hacer la voluntad de Dios es legalista, fariseo o murmurador me desconcierta. Si el propósito de su vida es obedecer la voluntad de Dios y alguien dice que usted es todas esas lindezas, no se deje intimidar. Jesús mismo dijo: «Si me amáis, guardad mis mandamientos» (Juan 14:15). Si alguien no está convencido de querer hacer la voluntad de Dios u obedece solo cuando le conviene, no permita que eso afecte a su compromiso con el Señor. Las Escrituras describen a los que se salvarán: «Aquí está la perseverancia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús» (Apoc. 14:12).
En mi opinión, no hay mayor alegría que hacer la voluntad de Dios y guardar sus mandamientos. Guardar sus mandamientos no es una carga tal que al despertarme por la mañana me resulta penoso pensar que tengo que hacer la voluntad de Dios. Me comprometí a hacer la voluntad de Dios en mi vida sin omitir ni un solo detalle. Eso no me convierte en legalista, porque el legalismo es intentar obedecer la ley de Dios con el propósito de parecer bueno. Sé que si Jesús no gobierna mi vida, desobedeceré. Sé que seré capaz de hacer lo que él me pide únicamente por el poder del Espíritu Santo. Escoja obedecer por amor.  Basado en Juan 14:15.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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