miércoles, 12 de diciembre de 2012

POR PALABRA Y EJEMPLO


Te he puesto como luz de las naciones, para que lleves mi salvación hasta las partes más lejanas de la tierra. Hechos 13:47.

Testificar. ¿Qué significa? Si buscas esta palabra en un diccionario encontrarás, no un significado, sino varios, entre ellos: «Afirmación pública, por palabra y ejemplo, de la fe religiosa o las convicciones de una persona».
Nota que el testigo comunica su fe de dos maneras: por su palabra y por su ejemplo. Tania aprendió esta realidad por experiencia personal. Cuenta ella que su fe religiosa era bien conocida en el colegio donde cursó sus estudios secundarios, una institución no adventista.
Cuando Tania culminó sus estudios secundarios, salió de su país natal para proseguir con sus estudios superiores. Tiempo después se casó, pero nunca dejó de mantener contacto con sus amigas, en especial con una de ellas. En una ocasión en que Tania regresó a su país, visitó a esa amiga, quien para ese momento estaba atravesando por una situación que la tenía un tanto triste. Conversaron durante largo rato, pero en medio de la conversación la joven hizo un comentario que Tania nunca pudo olvidar: «Tania, siempre supe que eras adventista, pero nunca me invitaste a ninguna actividad de tu iglesia. Yo, al igual que tú, a estas alturas podría haber terminado mi carrera universitaria, y podría haber estudiado en una buena universidad cristiana. Incluso podría estar casada con un adventista y tener un buen trabajo, porque a los adventistas no les falta nada».
«Sus palabras —cuenta Tania— me cayeron como un balde de agua fría. Su reclamo me hizo ver que un alma más podría estar al servicio del Señor. Y entendí que en nuestro testimonio no basta con dar un buen ejemplo. También es necesario invitar a nuestras amistades para que entreguen su vida a Dios».
Tania nunca sabrá qué habría pasado con su amiga si la hubiera invitado a la iglesia. Eso solo lo sabe Dios. Lo que ella sí sabe es cuál es su deber como cristiana: usar todos los medios a su alcance para que quienes se relacionan con ella sepan, por palabra y ejemplo, de las maravillas que el Señor ha hecho en su vida.
Por mi ejemplo y mi palabra, Señor, quiero ser luz dondequiera que esté.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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