miércoles, 2 de enero de 2013

UN AÑO PARA APRENDER MÁS

Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. (Mateo 22: 37-40).

Hace algunos años, A. J. Jacobs, director de la revista Esquire, realizó un experimento extraordinario: se propuso obedecer todas las reglas de la Biblia de forma estrictamente literal durante un año. Deseaba experimentar una vida espiritual genuina. Se introduciría a la raíz misma de la espiritualidad de las religiones judeocristianas.
Al principio, escribió una lista de sugerencias, consejos e instrucciones que consideró oportunos e hizo un plan para obedecerlos al pie de la letra. El resultado fue una larga lista de 72 páginas y más de setecientas reglas, además de un plan de vida con características un tanto ridículas. Pronto se dejó crecer la barba (Lev. 19: 27), se vistió de blanco todo el tiempo (Ecle. 9:8), llevaba su propio asiento adondequiera que iba para evitar contaminarse (Lev. 15: 20), no usaba ropa hecha con fibras mezcladas (Lev. 19: 19), ejercitaba la paciencia (Prov. 19: 11); además apedreó a un adúltero (Lev. 20: 27), pagó en efectivo a la niñera al terminar cada día (Deut. 24: 15) durante todo un año. Luego publicó su experiencia en La Biblia al pie de la letra (Barcelona, España: Ediciones B, 2008), un libro muy entretenido que, en inglés, estuvo en la lista de los más leídos del New York Times durante varias semanas.
La singularidad del experimento residía en el hecho de que Jacobs no es religioso. Creció en un hogar judío extremadamente secular. No logró discernir, sin embargo, la esencia de la obediencia genuina. La Biblia presenta a Jesucristo como un ejemplo de obediencia a las reglas bíblicas. El significado de una norma se pervierte cuando su esencia se desvincula de Cristo. Las leyes ceremoniales, civiles y rituales del Antiguo Testamento son una aplicación de los Diez Mandamientos a las circunstancias culturales, sociales y políticas del pueblo de Israel. Una vez que lo asimilamos, entendemos su profundo significado. La vida de Cristo nos demostró cuál es la esencia de los Diez Mandamientos y todas las leyes de la Biblia: un profundo amor a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo. De eso dependen «toda la ley y los profetas».
¿Por qué no decides amar profundamente a Dios y permitir que este año el Espíritu Santo reproduzca la vida de Cristo en tu vida?

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

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