martes, 19 de marzo de 2013

EL MAL NEGOCIO DEL PICADOR


Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos (Efesios 1:18).

Pablo Ruiz Picasso nunca dejó de ir a las corridas de toros, desde su natal Málaga en España, hasta las últimas, ya en el exilio, en Francia. El célebre pintor también se vistió de torero. Como Goya, tuvo amigos toreros, entre los que figuró Luis Miguel Dominguín. Por los toros, nació la amistad de Picasso con Eugenio Arias, un español que llegó ser su barbero predilecto durante su estancia en Vallauris, Francia. Fue una amistad que se mantuvo hasta la muerte, del artista. Asistieron juntos a muchas corridas de toros, y muchas también fueron las vivencias y anécdotas que protagonizaron.
Una tarde, en el transcurso de una corrida que presenciaban Picasso y Arias, un picador brindó la faena a don Pablo, lanzándole su sombrero. Picasso se lo devolvió con un dibujo que había improvisado durante el transcurso de la corrida.
Más tarde, al terminar el espectáculo, el picador comentó a Eugenio Arias que uno de los toreros que participaban en la fiesta le había ofrecido, nada más y nada menos, que cincuenta duros por su sombrero. Arias le aconsejó que lo recuperara porque había hecho un negocio muy malo.
Años más tarde, se volvieron a encontrar el barbero y el picador, y este le agradeció efusivamente el consejo que Arias le había dado en aquella ya lejana ocasión, ya que gracias a la venta del «famoso» sombrero había podido comprarse una casa.
Claro, Picasso era Picasso. Hoy sabemos que todo el dinero que existe en el negocio del arte no alcanzaría para comprar su producción artística entera. Con mucha más razón podemos decir de Cristo, que dejarlo o negarlo es un mal negocio.
El apóstol usa la sorprendente frase «ojos del corazón» para enfatizar la importancia de aferramos a las riquezas inescrutables que están escondidas en el nombre de Cristo. Como señala el Comentario bíblico adventista, en realidad «ojos» quiere decir «perspicacia y visión clara, conocimiento espiritual y entendimiento moral».
Lo que sucede es que valoramos muy poco nuestra condición de cristianos, cuando en realidad, otros pagarían una fortuna por las grandes verdades que Dios nos ha revelado. La asistencia a la iglesia, los programas juveniles, los clubes, representan grandes tesoros que muchos jóvenes no aprecian en su justo valor. ¿Y sabes qué es lo que le da una inmensa valía a cada una de estas actividades? El toque celestial de Jesucristo. Solo por el hecho de contar con la bendición de Dios, adquieren un altísimo valor.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

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