viernes, 15 de marzo de 2013

¿QUIÉN NO ESTARÁ EN EL CIELO?

¿No saben que los malvados no heredarán el reino de Dios? ¡No se dejen engañar! Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los sodomitas, ni los pervertidos sexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. 1 Corintios 6:9-10.

Muchas veces he soñado despierta con cómo será mi vida en el cielo, anticipando esos momentos que tanto tiempo llevo anhelando. He pensado en las personas que me gustaría encontrar allá pero también, y lo digo con sinceridad, he pensado en las personas que no me gustaría ver. Así soy de humana; con mi manera de pensar, me cuesta ver lugar en la tierra nueva para las personas que no parecen respetar a Dios en esta tierra.
Uno de mis personajes bíblicos favoritos es José. Su vida intachable, su voluntad férrea para hacer lo bueno, su confianza en el Señor, todo constituye una fuente de inspiración para mí ahora, y convivir con él por la eternidad será un privilegio enorme. Una de las mujeres que admiro y que buscaré en su domicilio celestial en cuanto llegue al cielo, es Ester. Me inspiran su valor y su entereza, cómo aún siendo una niña con tantas circunstancias en contra, pudo vencer las adversidades y llegar a ser reina.
Pero... ¿qué personas espero no ver allá? Pues todos aquellos asesinos que sin piedad cometen crímenes atroces, los ladrones, las prostitutas y muchos más, que ahora solo conozco por medio de la pantalla del televisor y las páginas de los periódicos.
Si en el cielo ya no habrá maldad ni pecado, es obvio que todas estas personas no estarán allí, y con un suspiro de alivio casi me dan ganas de aplaudir. Sin embargo, la mente y el corazón de Dios piensan diferente a mí. Él anhela que los que aquí en la tierra son criminales, ladrones, prostitutas, y que cometen toda clase de maldad, sean transformados mediante su poder y lleguen también a acompañarlo en el cielo. Es aquí donde el Señor necesita tu colaboración.
Dios espera que tú, qué construyes una familia y crias a tus hijos, hagas brotar desde la trinchera de tu hogar una vertiente de salvación para una sociedad que sucumbe bajo el peso de sus propios males. Seamos mujeres cristianas para que podamos establecer relaciones saludables, criar hijos sanos, y tener matrimonios que sean exitosos para esta vida y la eternidad.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

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