jueves, 25 de abril de 2013

SUBASTANDO ROMA

Lugar: Italia 
Palabra de Dios: Mateo 16:26

Hace algunos años, fui a una subasta silenciosa. Había todo tipo de cosas a la venta, incluyendo membresía para gimnasios, libros, ropa y lámparas de mesa. Al lado de cada objeto había una hoja de papel, en la cual la gente escribía el precio que estaba dispuesta a pagar. Al final, el que más ofrecía era el que compraba el objeto.
Estas subastas son bastante frecuentes. Pero, en el año 193 d.C. hubo una subasta, o remate, diferente. Un reino entero estaba a la venta. Los soldados que acababan de asesinar al Emperador Pertinax gritaron: "Venderemos el Imperio Romano al mejor postor".
Los hombres honorables y los de la nobleza se negaron a participar. La idea de rematar el Imperio Romano les parecía vergonzosa y horrorosa. Pero Didio Juliano, un hombre rico conocido por su mala vida, se enteró de esta subasta e hizo su oferta. Y, créanlo o no, así fue como llegó a ser emperador de Roma.
Los soldados acompañaron al nuevo emperador hasta el palacio, protegiéndolo del público general. Nadie se animaba a ofrecer resistencia a los guardias, pero la gente le gritaba burlas e insultos, en lugar de aclamarlo como su nuevo emperador.
Pero su reinado, comprado a tan alto precio, fue muy breve. Luego de que Didio Juliano gobernara durante solamente 66 días, sus propios seguidores lo mataron. Aprendió demasiado tarde que el dinero no puede comprar la lealtad de las personas y que obtener algo a través de un acto deshonroso tiene su costo. Didio Juliano llegó a ser emperador de Roma, pero pronto perdió su vida.
Jesús dijo: "¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida? ¿O qué se puede dar a cambio de la vida?" Recuerda, este mundo no tiene nada que valga la pena obtener yendo en contra de tu integridad y tu honor; ni siquiera la oportunidad de ser emperador.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

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