sábado, 22 de junio de 2013

EL SEÑOR ES MI PASTOR, ME PREPARA UN BANQUETE

Sean puros e irreprochables para el día de Cristo, llenos del fruto de justicia que se produce por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios. Filipenses 1:10-11

Los pastos verdes son el alimento favorito de las ovejas. El pastor sabe dónde están, y se siente bien cuando puede proveérselo a sus corderos para que disfruten de un suculento banquete. Tal vez el pastor les diga con profunda satisfacción: “La mesa está dispuesta, adelante, disfruten”. Por supuesto que mientras las ovejas distraídamente saborean con placer el rico alimento, el pastor se mantiene alerta; sabe que tal vez otros animales salvajes merodeen por el lugar, y podrían hacer el intento de dañar a las ovejas. Un pastor nunca baja la guardia, incluso mientras disfruta de nuestra fiesta; nunca pierde de vista su deber.
Si, con los ojos de la imaginación, me considero como una oveja del rebaño de Cristo y medito en la escena arriba descrita, experimento una tranquilidad que me proporciona una paz inmensa. Nuestro Pastor no desea que estemos malnutridas ni hambrientas. Tiene abundantes y ricas bendiciones para darnos. Él desea preparar un banquete de vida todos los días frente a nuestros ojos, que vayamos y, sentadas a la mesa del festín, disfrutemos de su compañía y de su amor.
Los ricos y exquisitos manjares de la mesa del Señor están dispuestos para ti y para mí. Entre los más deliciosos, por supuesto, no pueden faltar los frutos del Espíritu: “Amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas” (Gál. 5:22-23). Si disfrutamos un banquete continuo con el Pastor, gozaremos de salud mental y espiritual, y estaremos en condiciones de ofrecer un banquete continuo en nuestros hogares, en el trabajo, en la iglesia y dondequiera que estemos.
Amiga, no padezcas “ inanición espiritual”. Recuerda que hay un suculento banquete preparado para ti. Los “aderezos celestiales” darán sabor a tu vida y a la de todos los que te rodean. La amargura, el rencor, la ira y la envidia, son las fieras implacables que quieren acabar con tu bienestar y hacerte vivir una existencia miserable. Aléjate de esos pastos áridos. El pastor quiere llevarte lejos de esos secarrales, a pastos verdes.
Cada día, al amanecer, ponte tu vestido de gala y entra en el gozo de tu Señor a disfrutar de la mesa que ha dispuesto especialmente para ti.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

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